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In Memoriam

Elías Scherbakovsky (Zaldívar) z¨l, 1936-2025

La vida de Elías Zaldívar, uno de los corresponsales en Israel más conocidos durante tres décadas, se apagó ayer en su amada Jerusalén. Su voz seguirá viva para todos los que lo conocieron.
Elías Scherbakovsky (Zaldívar) z¨l, 1936-2025
Actualizado el 3/6/2025, 16:07 hs.

El periodista Elías Scherbakovsky, legendario delegado de la Agencia EFE en Jerusalén, falleció ayer martes a los 88 años en su queridísima ciudad santa. Con su partida se apaga una de las voces más singulares del periodismo en español en Israel, pero queda encendida la huella profunda de su palabra, su integridad y su humanidad. Durante más de tres décadas, Elías —más conocido por su seudónimo profesional Elías Zaldívar— fue referente indiscutible para quienes quisieron comprender la complejidad del conflicto de Oriente Medio sin perder de vista la dimensión humana de cada historia.

Nacido en La Plata, Argentina, en 1936, Scherbakovsky fue un hombre de curiosidades múltiples. Se formó en Derecho, trabajó en radio como crítico cinematográfico y cultural, y muy pronto encontró en el periodismo una vocación para toda la vida. Su estrecho vínculo con Israel, país al que hizo aliyá, lo llevarían a convertirse en una figura clave en la cobertura informativa desde Jerusalén para el mundo hispanohablante.

Su vínculo con la Agencia EFE comenzó en 1977, cuando fue nombrado corresponsal en Jerusalén bajo el seudónimo que lo acompañaría durante el resto de su carrera: Elías Zaldívar, nombre asignado por el entonces presidente de la Agencia, Luis María Ansón. Desde entonces, su vida quedó entrelazada con los destinos de una ciudad que supo narrar con una sensibilidad poco común. Cubrió, entre muchos otros eventos históricos, la visita de Anwar Sadat, la guerra del Líbano de 1982, la Primera Intifada, la Guerra del Golfo, el asesinato de Itzhak Rabin, y la visita del Papa Juan Pablo II en el año 2000.

Zaldívar no solo fue un cronista incansable de la historia israelí; fue también un puente informativo entre dos mundos. Desde su pequeña oficina en el centro de Jerusalén —primero con un télex, luego con fax y finalmente con internet— ofreció cobertura rigurosa, equilibrada y comprometida a medios de toda América Latina y España. Durante más de dos décadas fue delegado de EFE en Jerusalén, además de colaborar con Univisión, Telemundo y otras cadenas internacionales. Del periodismo más pujante y activo se retiró en 2008, pero nunca dejó de escribir.

Elías era, sobre todo, un ser humano entrañable, siempre dispuesto a trasladar su experiencia y conocimientos a los más jóvenes. Quienes lo conocimos de cerca apreciamos su calidez sin límites, su ironía fina, su voz pausada y su capacidad para escuchar. Sabía hablar de política con precisión quirúrgica y, al mismo tiempo, emocionarse con una buena película y, sobre todo, una novela bien escrita. Lector voraz, conversador inagotable… la curiosidad siempre le podía.

Su talento también encontró cauce en la ficción. Fue autor de "El inventor de la mentira real" (1972), "La Monalisa de Jerusalén" (2001), y "El padre de los monos", entre otros títulos, además de dejar inéditas varias obras. Su narrativa, atravesada por la mirada del reportero, destila la misma sensibilidad y precisión que marcaron sus crónicas.

En una entrevista dijo una vez: "El periodismo me enseñó a mirar sin perder la capacidad de asombro. Me dio la economía en el lenguaje, la disciplina y el gusto por la verdad, aun cuando doliera".

Con su muerte, perdemos una voz sabia, pero ganamos el testimonio duradero de sus palabras. Para muchos colegas jóvenes fue mentor, para sus amigos un compañero de charlas memorables, y para los lectores, una brújula moral y profesional.

Elías falleció en la ciudad que lo adoptó como suya y que él retrató con amor, lucidez y respeto. Jerusalén, con todas sus luces y sombras, fue su escenario, su casa y su musa. Desde allí, envió durante años crónicas que ayudaron a construir puentes entre culturas, idiomas e historias.

Hoy lo despedimos con tristeza, pero también con gratitud. Su legado seguirá iluminando a quienes creen que el periodismo aún puede ser —como lo fue para él— una forma de justicia, de memoria y de verdad.

Descansa en paz, querido Elías. Tu voz sigue viva desde Jerusalén

Daniela Brik | Elías L. Benarroch

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