La victoria del demócrata socialista Zohran Mamdani, de 34 años, marca un punto de inflexión histórico en la política estadounidense en general, y en la de Nueva York en particular. El nuevo alcalde —miembro de la Asamblea Estatal y activista declarado contra Israel— se convierte en el mandatario más joven de la ciudad en más de un siglo. Su triunfo sobre el exgobernador Andrew Cuomo y el republicano Curtis Sliwa rompe una larga tradición: ya no es requisito ser pro-israelí para ganar en la ciudad con más judíos del mundo: 1,3 millones, alrededor del 13% de la población.
La respuesta más inmediata ha sido la del American Jewish Committee (AJC) de Nueva York, que junto a otras organizaciones, incluida la Junta de Rabinos de esa ciudad, han unido sus voces para expresar "su preocupación" tras la elección este martes.
"No podemos ignorar que el alcalde electo sostiene creencias fundamentales que están en total desacuerdo con las convicciones más profundas y los valores más preciados de nuestra comunidad. Como lo hemos hecho durante más de un siglo, continuaremos trabajando en todos los niveles de gobierno para garantizar que nuestra ciudad siga siendo un lugar donde nuestra comunidad judía, y todas las comunidades, se sientan seguras y respetadas", dijeron en un comunicado conjunto.
Y hacen un llamado electo al alcalde electo, y a todos los funcionarios electos, para que "gobiernen con humildad, inclusión y un profundo respeto por la diversidad de opiniones y experiencias que definen nuestra ciudad".
Su posicionamiento anti-israelí ha generado una ola de críticas y preocupación, aunque no han sido pocos los judíos que le han apoyado.
En su discurso de victoria, Mamdani buscó calmar temores: "Construiremos una alcaldía que permanezca firme junto a los judíos neoyorquinos y que no titubee en la lucha contra el antisemitismo", afirmó, prometiendo también una ciudad "donde más de un millón de musulmanes sepan que pertenecen". Y añadió: "Nueva York será la luz frente a la oscuridad de Trump".
La UJA-Federation of New York reaccionó con cautela. En un comunicado, la organización aseguró que hará al nuevo alcalde "responsable" de sus actos: "No podemos ignorar que el alcalde electo sostiene creencias fundamentales que chocan con los valores más preciados de nuestra comunidad", expresó.
"Trabajaremos para que la ciudad siga siendo un lugar donde la vida judía pueda prosperar", añadió la federación, instando a Mamdani a gobernar con respeto e inclusión.

Preocupación en Israel y en la Diáspora
Las repercusiones también llegaron rápidamente a Jerusalén. La viceministra de Asuntos Exteriores de Israel, Sharren Haskel, calificó la elección de Mamdani como "profundamente preocupante, dado su historial de retórica antiisraelí y antijudía". Añadió: "La comunidad judía de Nueva York merece líderes que los protejan, no que los señalen".
El líder del partido Yisrael Beytenu, Avigdor Liberman, fue más tajante: "Nueva York ha elegido como alcalde a un islamista chií, populista y racista. Es el rostro de la yihad silenciosa". En su opinión, este resultado debería ser "una llamada de atención" para los judíos de Nueva York, a quienes instó a emigrar a Israel.
Desde el Partido Sionista Religioso, el diputado Ohad Tal calificó el resultado como "una victoria de las fuerzas progresistas y woke" y aseguró que Israel "mantendrá abiertas sus puertas para los judíos de América".
La inquietud se centra no solo en las posturas ideológicas de Mamdani, sino en su influencia simbólica. Para muchos israelíes, su triunfo refleja una tendencia global: la legitimación de discursos críticos con el Estado judío en espacios donde antes predominaba el consenso proisraelí.
"Una jornada de compromiso, pero también de alarma"
En el ámbito comunitario estadounidense, las reacciones oscilaron entre la preocupación y la movilización. JNS informó que la participación judía en las urnas alcanzó niveles récord. Sydney Altfield, de Teach Coalition, señaló: "Esta elección ha acelerado el entendimiento de que debemos votar por nuestros intereses. Es un movimiento, no un momento".
Sin embargo, esa misma energía cívica estuvo impulsada por el temor. Scott Feldman, del One Israel Fund, advirtió que "Mamdani es muy peligroso para la comunidad judía. Es un lobo con piel de cordero". Según dijo, muchos judíos ortodoxos de barrios como Far Rockaway temen que el nuevo alcalde "no mueva un dedo para protegerlos de los que gritan ‘globalicen la intifada’".
Por su parte, la Republican Jewish Coalition calificó la victoria como "un día oscuro para la ciudad de Nueva York" y acusó al Partido Demócrata de haber "entregado su liderazgo al ala más radical". En su comunicado, añadió: "Ahora los neoyorquinos tienen un alcalde que aceptó dinero de organizaciones islamistas y que arruinará la economía y la seguridad de la ciudad".
Mientras tanto, el director nacional de la Liga Antidifamación (ADL), Jonathan Greenblatt, expresó que su organización afrontará los próximos años "con determinación": "Esperamos que el alcalde de la ciudad con la mayor población judía del mundo se oponga sin ambigüedades al antisemitismo en todas sus formas", dijo.
"Seremos incansables en garantizar la seguridad de todos los judíos neoyorquinos", añadió Greenblatt, reiterando que la ADL no comprometerá su misión de proteger al pueblo judío.
Debate en Israel: del análisis político a la introspección moral
El resultado electoral también desató un debate interno en Israel sobre la relación entre los judíos estadounidenses y el Estado judío. En una columna publicada en The Jerusalem Post, el ministro del Patrimonio, Rabí Amichai Eliyahu, escribió que el apoyo de algunos judíos a Mamdani "refleja un fenómeno doloroso y recurrente: judíos que vuelven su enojo no contra sus enemigos, sino contra su propio pueblo".
Eliyahu sostuvo que "el nuevo antisemitismo habla hebreo", aludiendo a sectores progresistas judíos que, según él, erosionan la legitimidad del Estado de Israel en nombre de ideales morales. "Se presenta como iluminado y progresista, pero disuelve el sentido de destino compartido", advirtió.
Recordó que figuras históricas como Berl Katznelson ya habían alertado sobre esta tendencia: "El niño judío que llega a la Tierra de Israel y aprende a odiarse a sí mismo es una tragedia de nuestra generación". Para el ministro, la supervivencia del pueblo judío depende de quienes mantienen su memoria y su identidad, no de quienes reniegan de ellas.
Este enfoque resuena con una parte de la opinión pública israelí que interpreta el triunfo de Mamdani como un síntoma del distanciamiento entre los judíos liberales de la Diáspora y el Estado de Israel.
Una ciudad entre promesas y temores
Pese a las críticas, Mamdani intenta proyectar un tono conciliador. "Despertaré cada mañana con un único propósito: hacer de esta ciudad un lugar mejor que el día anterior", afirmó en su discurso. Sin embargo, sus antecedentes —como haber acusado a Israel de "genocidio" y prometer acatar una hipotética orden de arresto contra el primer ministro Netanyahu— pesan sobre la confianza de amplios sectores judíos.
Más de mil rabinos firmaron en octubre una carta abierta advirtiendo sobre los riesgos de su candidatura, recordando que el 62% de los delitos de odio recientes en la ciudad fueron antisemitas. Como escribió The Times of Israel, la fractura atraviesa todo el espectro: "De las sinagogas reformistas de Manhattan a los jasidim de Brooklyn, la elección dividió profundamente a la comunidad".
El desafío de Mamdani será demostrar que sus promesas de igualdad y seguridad pueden traducirse en hechos. Su ascenso, celebrado por jóvenes progresistas y cuestionado por las organizaciones judías más tradicionales, plantea una prueba crucial para la convivencia en la capital judía de la Diáspora.
En palabras del propio Mamdani, "La sabiduría convencional dice que estoy lejos de ser el candidato perfecto. Soy joven, soy musulmán, soy socialista democrático. Y, lo más condenable de todo, me niego a disculparme por ello".
El futuro dirá si esa convicción será capaz de tender puentes o profundizar divisiones en una ciudad que, por ahora, mira al nuevo alcalde con una mezcla de esperanza y desconfianza ▪
