En España y en el mundo, cada vez que Israel se defiende de Irán, Hamás, Hezbollah y los hutíes, las imágenes que circulan en medios y redes, nos retratan como genocidas y asesinos de niños. Somos 15 millones frente a 2.000 millones de musulmanes y otros 500 millones de socialistas occidentales. La batalla mediática está perdida por una cuestión numérica. Nuestra esperanza reside en los cristianos, que también se sienten amenazados por los mismos enemigos que nosotros: la izquierda y el islamismo radical. También contamos con el apoyo de la derecha meritocrática, que ama su cultura y la ve en declive.
Sufrimos dos tipos de odio: por ser judíos, de parte de los islamistas, y por ser exitosos, de parte de la izquierda. Sin embargo, también tenemos aliados en el mundo musulmán: los trabajadores y los que apuestan por el progreso, como los Emiratos, los saudíes, la resistencia iraní y todos aquellos que admiran el mérito judío y quieren replicarlo. Nos apoyan los musulmanes constructores; nos detestan los musulmanes destructores. El apoyo a Hamas está permitido en Europa y prohibido en Arabia Saudita.
En España, la envidia está profundamente arraigada. Decir que hemos ganado una cantidad desproporcionada de premios Nobel provoca rechazo e incomodidad. No ayuda nada. Tampoco ayuda el caso de Wiz, una empresa de ciberseguridad fundada por chavales judíos en plena guerra, que la venden esta semana por más de lo que vale Telefónica (cuya caja Sánchez se queda para financiar publicidad socialista) en menos de siete años. Crear 1.700 millonarios entre los empleados de Wiz genera envidia en una España mileurista donde el éxito se recibe con recelo y se espera que quien triunfa pida disculpas.
"En vez de ver a Israel como un modelo de éxito,
triunfa el discurso medieval,
el mismo que llevó a nuestra expulsión en 1492"
Los judíos tenemos que pedir perdón por estudiar, trabajar duro y ver los frutos de nuestro esfuerzo. Por haber ganado la guerra de 7 millones contra 200 millones una y otra vez. Por haber hecho que el PIB per cápita de Israel, gracias al sector tecnológico, casi haya duplicado al español cuando hace 25 años era inferior. En vez de ver a Israel como un modelo de éxito, triunfa el discurso medieval, el mismo que llevó a nuestra expulsión en 1492: el libelo de sangre, el mito de que los judíos matan niños de otros, que somos genocidas de un pueblo cuya población no para de crecer. Inclusive desde el 7 de octubre. ¿Pero qué persona dominada por el odio racial se ha enfocado en datos y no en su relato?
Lo mejor que podemos hacer los judíos en España es apoyar a líderes como Ayuso, Feijóo y Abascal, y fortalecer la alianza con los católicos y la derecha. Esta gente lo tiene claro y nos apoya porque saben que España necesita emular la fórmula de éxito israelí: competir y ganar, mejorar el nivel de vida de los españoles, reducir el peso del gobierno y aumentar el éxito individual que tanto caracteriza al pueblo judío.
"En España los judíos tenemos que pedir perdón por estudiar, trabajar duro y ver los frutos de nuestro esfuerzo"
Tenemos que encontrar la forma de romper la coalición entre la izquierda y los independentistas. Tenemos que decir en voz alta lo que los islamistas afirman sin ocultarse: primero van a por la gente del sábado, nosotros, y después a por la gente del domingo, los cristianos. Debemos construir una "alianza del fin de semana" para triunfar juntos, para que Europa siga siendo Europa.
Necesitamos aliarnos con los constructores de la civilización occidental a la que pertenecemos y contribuimos todos los días de nuestra existencia. En España ya se está gestando este quiebre, especialmente en Cataluña, donde Junts —que piensa como la derecha— apoya de manera irracional al socialismo. El quiebre vendrá por ahí, por una Cataluña fracasada, invadida y arruinada cuyos independentistas finalmente rechazaran al socialismo que les dejó en esa situación miserable.