Las excavaciones dirigidas este verano por el arqueólogo Alfonso Fanjul han certificado que el edificio conocido popularmente como La Sinoa, en el Pueblo Viejo de Belchite (Zaragoza), fue en realidad una sinagoga medieval. El hallazgo, considerado "excepcional" por los investigadores, incluye la tribuna de oración (bimá) y la estructura central (tevá), elementos que no se habían conservado en ninguna otra sinagoga medieval de Europa, según un comunicado institucional.
La confirmación de una tradición oral
Fanjul explicó que "el verano pasado se limpió el acceso a la antigua judería y la superficie del edificio conocido como ‘La Sinoa’, posible sinagoga judía según la tradición oral de algunos vecinos nacidos en el Pueblo Viejo". Aquellos trabajos preliminares aportaron indicios, pero faltaban pruebas definitivas. "Los arqueólogos debían hallar parte de una estructura central singular, denominada ‘tevá’, en la que estuviese ubicada la tribuna de oración o ‘bimah’, un elemento imprescindible en toda sinagoga medieval", detalló.

La campaña arqueológica de este verano, en la que participaron 27 estudiantes de Estados Unidos, Canadá, Inglaterra y Holanda, ha logrado confirmar la existencia de esos elementos, construidos en tapial y hierro. Además, se halló una extensa yesería del siglo XIV que refuerza la cronología del edificio.
El propio Fanjul subrayó la relevancia del hallazgo: "La prueba más contundente son los restos de un mural pintado, donde se representa la parte central de la ‘menorá’, idéntico al mural encontrado en la sinagoga de Híjar". Este paralelismo sugiere la existencia de una escuela arquitectónica aragonesa medieval para lugares de culto judíos.
Patrimonio, memoria y proyección turística
Otro de los elementos clave son los miles de restos de cebada carbonizada, que coinciden con la única referencia documental conocida: la conversión de la sinagoga en granero antes de su incendio en época moderna. El fuego, paradójicamente, permitió conservar gran parte de los restos almacenados durante siglos.
La consejera de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón, Tomasa Hernández, destacó tras su visita al yacimiento el "carácter extraordinario que según los técnicos tiene el hallazgo y el valor de los restos encontrados".

Subrayó también la importancia de preservar este legado: "Los aragoneses somos producto de pueblos anteriores que han vivido aquí antes que nosotros y que, con generosidad, nos han dejado un patrimonio que ahora tenemos que cuidar para que las futuras generaciones lo puedan disfrutar".
En la misma línea, el alcalde de Belchite y presidente de la Fundación Pueblo Viejo, Carmelo Pérez, destacó que "en España solamente hay cinco sinagogas medievales visitables en estos momentos. El hecho de que la de Belchite sea la sexta posibilita el acceso a la Red de Juderías de España, lo que incrementaría la proyección del Pueblo Viejo".
El acto de presentación de los restos arqueológicos contó también con la presencia de Iñaki Echeveste, director ejecutivo de la Red de Juderías de España.
Veinte evidencias que lo acreditan
El estudio dirigido por Fanjul recoge hasta 20 evidencias que confirman el carácter sinagogal del edificio. Entre ellas, la disposición en tres naves, la orientación al este, la ubicación en una posición dominante de la judería y el acceso por un callejón.
Los investigadores detallan además que "la singularidad del diseño de la planta y las medidas del edificio con respecto al resto de las construcciones conocidas del Pueblo Viejo siempre había sido un indicio". La existencia de contrafuertes exteriores idénticos a la sinagoga de Híjar, las proporciones de la sala de oración y la presencia de una estructura para el mikvé o baño ritual son otras pruebas fundamentales.

Otros elementos refuerzan la autenticidad del hallazgo: un muro que divide una de las naves, estructuras para abluciones en la entrada, la menorah pintada orientada al este y las yeserías que podrían haber enmarcado el hejal o arca sagrada.
A ello se suma la certeza sobre su uso posterior como granero y su destrucción por un incendio, circunstancias que, junto con la solidez de la estructura en metal y tapial, facilitaron que la bimá y la tevá se conservaran hasta hoy bajo los escombros ▪