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Emergen 39 tumbas del antiguo cementerio judío de Montjuïc en Barcelona

Los trabajos se han desarrollado con el habitual secretismo que dictan los protocolos establecidos entre las autoridades locales y las comunidades judías.
Emergen 39 tumbas del antiguo cementerio judío de Montjuïc en Barcelona
(Foto: Redes)

Actualizado el 17/7/2025, 21:10 hs.

Las entrañas de Montjuïc han vuelto a hablar. Las obras de ampliación de la red freática en esta emblemática montaña de Barcelona han sacado a la luz 39 tumbas del antiguo cementerio judío, de las cuales 19 cuerpos han sido ya exhumados. La intervención arqueológica, discreta pero significativa, se está llevando a cabo junto a la plaça de la Sardana desde abril, bajo la supervisión del Servicio de Arqueología del Ayuntamiento de Barcelona.

Este nuevo hallazgo no ha sorprendido a los expertos: el cementerio, en uso desde el siglo IX hasta finales del siglo XIV, fue parcialmente documentado en anteriores campañas en 1946 y 2001, pero sigue oculto en gran parte. Sin embargo, el descubrimiento cobra un valor especial por su carga simbólica e histórica: los restos pertenecen a judíos barceloneses que vivieron antes del brutal pogromo de 1391, que supuso la disolución definitiva de la comunidad judía de la ciudad.

Tal como informó El Periódico, los trabajos se han desarrollado con el habitual secretismo que dictan los protocolos establecidos entre las autoridades locales y las comunidades judías, reacias —por razones religiosas— a la exhumación de difuntos. La normativa rabínica considera sagrado el descanso eterno, y su alteración debe evitarse salvo necesidad arqueológica o de preservación. La prudencia institucional busca precisamente mantener ese equilibrio entre memoria y respeto.

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Los lugares de aparente enterramientos judíos descubiertos en Montjuïc (Foto: Redes)

Tipologías funerarias y memoria rota

La historia del cementerio judío de Montjuïc no es lineal, sino fragmentada por el tiempo, el olvido y la violencia. Aunque su existencia se remonta al siglo IX, su uso se interrumpió abruptamente en 1391, tras el ataque coordinado contra los judíos de Barcelona. Fue una jornada de sangre, muerte y conversión forzosa. Aquellos que sobrevivieron huyeron o se convirtieron. Los terrenos del cementerio —de propiedad real— fueron vendidos y reutilizados: las lápidas se emplearon incluso como material de construcción en el Call, el antiguo barrio judío.

Según el arqueólogo Xavier Maese, que dirigió la excavación de 2001, entonces se documentaron 557 tumbas. Junto con las 177 localizadas en 1946 por Agustí Duran i Sanpere, y las halladas ahora, la estimación total supera con creces el millar de sepulturas, aunque solo unas 700 han sido identificadas hasta ahora. Este dato aporta una dimensión inesperada sobre la envergadura de la comunidad judía en la Barcelona medieval, que pudo suponer hasta el 20% de la población urbana en su momento de mayor auge.

Maese y el especialista en epigrafía hebrea Jordi Casanovas (fallecido en 2016) distinguieron hasta cuatro tipos de tumbas en Montjuïc: las antropomorfas y las de cavidad lateral —las más antiguas—; las de recorte en forma de bañera, propias de los siglos XII al XIV; y las tumbas con ataúd, que convivieron con las anteriores hacia el final de uso del cementerio. Este abanico morfológico confirma la larga duración y evolución cultural del camposanto.

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Los lugares de aparente enterramientos judíos descubiertos en Montjuïc (Foto: Redes)

En declaraciones recogidas por El Periódico, la guía histórica María Jesús Navarro apunta también a los factores sociales y sanitarios que podrían haber alimentado el antisemitismo en tiempos de peste: "Se decía que los judíos eran culpables porque morían menos. Tal vez la diferencia estaba en la higiene: los hombres judíos se bañaban ritualmente cada semana y las mujeres, tras cada menstruación. En cambio, los cristianos apenas se lavaban. La suciedad era incluso recomendada por algunos textos pseudomédicos de la época".

Esa percepción de diferencia, amplificada por el miedo y la precariedad, pudo servir como excusa para justificar el pogromo. Navarro lo resume con crudeza: "Eran catalanes, nacidos aquí. Muchos murieron. Los que se quedaron fueron obligados a convertirse".

La Barcelona que ya no está

La intervención arqueológica actual no solo revela un hallazgo científico: recupera parte de la historia borrada de la ciudad. Durante siglos, el cementerio judío de Montjuïc permaneció ignorado, reducido a un pie de página en los estudios locales. Su ubicación, su tamaño y su estado de conservación siguen siendo en gran parte desconocidos. Pero lo que se ha ido descubriendo permite reconstruir —aunque sea en parte— la vida y muerte de una comunidad que fue esencial en la historia de Barcelona.

No deja de ser paradójico que sea el desarrollo urbano actual —en este caso, la mejora de la red hidráulica— el que permita devolver al presente una memoria que fue silenciada. Las 19 nuevas exhumaciones no son solo restos humanos: son testimonios del esplendor y la destrucción de una cultura.

La ciudad se enfrenta ahora a un dilema: ¿Cómo gestionar esta memoria? ¿Cómo honrar a los muertos sin vulnerar las creencias de sus descendientes? ¿Cómo recuperar el relato de una comunidad que ayudó a construir Barcelona, pero que fue expulsada de su historia oficial?

Mientras tanto, la tierra de Montjuïc sigue revelando secretos. Y cada tumba hallada añade una página a un libro que aún estamos empezando a releer ▪

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