La Red Académica contra el Antisemitismo en las Universidades ha publicado un informe exhaustivo que documenta casi cien episodios de antisemitismo entre marzo de 2024 y abril de 2025. El documento revela un patrón persistente de estigmatización, presión identitaria y boicots dirigidos contra estudiantes y académicos judíos e israelíes —y también contra quienes, sin serlo, no se adhieren a determinados posicionamientos ideológicos.
Según el informe de la Red, "desde el 7 de octubre hemos asistido a un incremento preocupante de la estigmatización de personas judías e israelíes dentro de la universidad española".
El informe denuncia el surgimiento de un clima hostil en facultades y servicios universitarios, acompañado de declaraciones institucionales, acampadas y discursos que, en numerosos casos, cumplen los criterios de antisemitismo establecidos por la definición de la IHRA.
El diagnóstico es contundente: se han registrado 93 casos tras cribar los 71 comunicados inicialmente recibidos. Más de la mitad ocurrió en mayo y junio de 2024, en plena oleada de acampadas y comunicados universitarios sobre la guerra entre Israel y Hamás.

Un antisemitismo que adopta nuevas formas
El documento arranca recordando que definir el antisemitismo es "un desafío complejo", pues a lo largo de la historia ha mutado desde la hostilidad religiosa hasta teorías conspirativas y violencia sistemática. La Red subraya que en la esfera universitaria española emergen manifestaciones contemporáneas que mezclan "dogmatismo, censura y discursos de odio contra Israel", cancelando el disenso y dificultando el análisis crítico.
La referencia central del informe es la definición de trabajo de la IHRA, adoptada por España. El texto reproduce íntegramente la definición y los ejemplos prácticos en los que puede manifestarse el antisemitismo, incluyendo "formular acusaciones estereotipadas sobre el poder de los judíos como colectivo", "establecer comparaciones entre la política actual de Israel y la de los nazis" o "denegar a los judíos su derecho a la autodeterminación".
El informe recoge también aportaciones de especialistas como Brian Klug, Michael Wieviorka o Alejandro Baer. Baer recuerda que "la marca del antisionismo no es la crítica a las acciones del Gobierno de Israel… sí es antisionismo la negación del derecho a la existencia del Estado de Israel". Esta distinción es clave en el análisis de muchos de los casos recogidos.
Entre los malentendidos frecuentes, el documento destaca el argumento según el cual el término "antisemitismo" debería aplicarse a todos los pueblos de lenguas semíticas. La Red lo desmiente: el término fue acuñado en el siglo XIX "con un significado inequívoco: la hostilidad contra los judíos". Reivindicar lo contrario, señala, abre la puerta a negar la existencia del antisemitismo como fenómeno histórico específico.

Casos: de las acampadas a los boicots y el acoso personal
El informe mapea las manifestaciones en seis tipos principales. El Tipo 1, que contempla actos que justifican o apoyan violencia contra judíos, incluye el Caso 08, ocurrido en la Universitat de les Illes Balears. Se trató de una charla difundida por un servicio oficial en la que se presentó a Hamás como "resistencia anticolonial", se exhibió una pancarta con el lema "Desde el río hasta el mar" y se habló del "mito del Holocausto". La Red sostiene que estas expresiones entran en varias categorías de antisemitismo según la IHRA.
En el Tipo 2, vinculado a estereotipos conspirativos, se documenta un debate en línea (Caso 05) con profesores universitarios en el que se afirmó que "los lobbies judíos son muy poderosos y hay miedo". Estos discursos, señala el informe, reciclan acusaciones colectivas históricas que atribuyen a los judíos un poder oculto o manipulador.
En la misma categoría se incluye la acampada en la Universidad de Barcelona (Caso 09), en la que se denunciaba el supuesto "genocidio" israelí y se exigía romper relaciones académicas con instituciones israelíes. Las pancartas y consignas recogidas expresaban lemas como "No es una guerra, es un genocidio".
El Tipo 3 recoge actos de negación o minimización del Holocausto y comparaciones con el nazismo. En el Caso 13, una alumna de la UCM fue insultada y llamada "sionista nazi" antes de ser expulsada de una acampada. Y en el Caso 30 se difundieron imágenes inspiradas en la propaganda de Goebbels, con caricaturas demonizadoras de judíos.

El Tipo 4, que representa el 30% de los casos, agrupa episodios que niegan la autodeterminación del pueblo judío o deslegitiman la existencia de Israel. Entre ellos, el informe detalla el Caso 64, unas jornadas celebradas en marzo de 2025 bajo el título "Palestina, un siglo de expolio colonial". Según la Red, el material difundido describía a Israel como una entidad fundada en el exterminio, afirmando que "solo mediante la guerra y la aniquilación de los palestinos" podría alcanzar su objetivo.
El Tipo 5, con el 31% de los casos, se refiere a boicots. No solo a instituciones israelíes: en el Caso 57, un colectivo pidió no votar al rector de la Universitat de les Illes Balears por ser supuestamente "sionista". El informe considera que estas prácticas conforman boicots identitarios: la exclusión no se dirige a un programa académico, sino a una etiqueta política atribuida.
El Tipo 6, aunque minoritario, incluye episodios de acoso. En la Universidad de Zaragoza (Caso 59) se documenta acoso en redes y por vía telefónica. En otro caso (Caso 24), según la prensa local, una intervención institucional tuvo que ser interrumpida por gritos e insultos.
Exclusión simbólica: cuando no hay insultos pero sí un clima hostil
Una de las conclusiones más marcadas del informe es que la universidad española no solo enfrenta episodios explícitos de antisemitismo, sino también formas indirectas, simbólicas o estructurales. Estas no siempre implican insultos, pero generan lo que la Red define como "entornos emocionalmente inseguros".
Se destacan pintadas en la Ciudad Universitaria de la UCM que señalaban que los "sionistas" no son judíos, o carteles en Sevilla clasificando qué judíos son "aceptables". La Red subraya que estos mensajes "condicionan la manera en que los estudiantes judíos pueden participar en la vida universitaria".
Otro eje es la "presión identitaria": la exigencia, explícita o implícita, de que estudiantes y docentes deban probar que "no son sionistas" para ser aceptados en ciertos espacios militantes o académicos. El informe cita experiencias similares registradas en Columbia University o Harvard, donde estudiantes denuncian haber sido juzgados por su origen o religión.

Participación institucional y recomendaciones
El mapeo revela que un 31% de los casos involucran directamente a instituciones universitarias —universidades, facultades, departamentos o servicios—, lo que, según la Red, otorga a ciertos discursos una legitimidad simbólica que agrava su impacto.
El informe finaliza con una serie de recomendaciones. La primera: que la universidad conozca el antisemitismo y lo incluya explícitamente en sus códigos de conducta. También propone dar visibilidad a voces judías, incorporar el antisemitismo en protocolos de prevención del odio, revisar críticamente las dinámicas de boicot y asegurar que las colaboraciones académicas se basen en criterios "objetivos y no discriminatorios".
El documento insiste en la necesidad de reconocer que la identidad judía forma parte del tejido universitario y que garantizar su seguridad no debe verse como "una concesión", sino como un compromiso estructural con los derechos humanos, la inclusión y el pluralismo ▪

