Granada acoge desde esta semana unas cucharillas de plata que guardan una historia tan intensa como improbable. Los objetos, creados en los Países Bajos a finales del siglo XIX, pertenecieron a un orfebre judío sefardí que las confió a un amigo no judío para evitar que cayeran en manos de los nazis. Décadas después, tras cruzar guerras, exilios y nuevos comienzos, han encontrado reposo en el Museo Sefardí del barrio del Realejo.
La historia de "Las cucharillas de plata" de Holanda comenzó hace 100 años. Batsheva Chevalier, la gestora del Museo, contó a Enfoque Judío que la donación estaba prevista desde hace unos meses, y que este pasado lunes se concretó y ha sido registrada ante notario.
En el Museo se relata cómo su propietario original, previendo la inminente ocupación alemana en Holanda, entregó las escrituras y los bienes de su tienda de antigüedades a un amigo de confianza. La promesa era sencilla: cuando terminara la guerra, él o sus hijos reclamarían todo, informó el diario ABC.
Trágicamente, la familia del orfebre fue deportada y asesinada durante el Holocausto, salvo una hija, Rita, que logró escapar y sobrevivir en Ámsterdam. Tras la liberación, el amigo cumplió su palabra: encontró a Rita y le devolvió los documentos y lo que quedaba de la tienda. Con el tiempo, su amistad se transformó en amor, "uniendo sus vidas en un vínculo que surgió de la pérdida y la confianza", según recoge el texto que acompaña la donación.

De Ámsterdam a la costa granadina
Rita se hizo amiga de John, un escritor británico que había ganado fama en la BBC. Junto a su esposa, Gina, el matrimonio se instaló en los años setenta en La Herradura, en la costa granadina. Rita y John mantuvieron una amistad cercana, y ella decidió regalarle las cucharillas como símbolo de esa confianza y afecto.
Años más tarde, John falleció y Gina, ya mayor, siguió viviendo en la Costa Tropical. Entre sus conocidos estaba Yair, su acupuntor, un hombre que había residido en Jerusalén antes de mudarse a Salobreña. Gina, consciente del valor espiritual de las piezas, decidió entregárselas a él "porque, al ser hebreo, sabría qué hacer con ellas", informa el diario ABC.
Fue Yair quien finalmente donó las cucharillas al Museo Sefardí de Granada. Allí, las piezas se exhiben ahora como un testimonio silencioso de supervivencia, memoria y herencia.
"Tienen un gran linaje histórico y han llegado hasta mis manos, cosa que jamás pensé que iba a ocurrir. Es un tesoro maravilloso con una historia detrás muy bonita y muy sensible", dijo Josef Ben Abraham Romero, director del museo junto a su esposa, Batsheba.
El Museo Sefardí de Granada, también conocido como Museo de la Judería, es una institución privada situada en el histórico barrio del Realejo, antiguo núcleo de la comunidad judía de la ciudad antes de la expulsión de 1492. En una casa tradicional granadina, el museo recrea la vida, las costumbres y el legado cultural de los judíos sefardíes que habitaron en Granada, ofreciendo una mirada a su historia, figuras destacadas y tradiciones a través de objetos, documentos y ambientaciones históricas.
Plata con memoria
El Museo, que abrió sus puertas en 2013 en una iniciativa impulsada por la familia Chevalier, descendiente de anusim granadinos, reúne una colección de objetos cotidianos, mapas históricos y una biblioteca especializada en temática sefardí.
En sus salas, el visitante puede conocer la huella intelectual, cultural y económica que la comunidad judía dejó en la ciudad, mediante un recorrido en miniatura por sus sinagogas, espacios comerciales y oficios tradicionales. Entre las piezas más destacadas se encuentran utensilios de culto, una cocina de cerámica y un patio decorado al estilo sefardí.
Las cucharillas, elaboradas en plata fundida en alto relieve, representan el estilo decorativo típico de los Países Bajos entre finales del siglo XIX y comienzos del XX. Su valor, explican desde el museo, es más histórico que comercial, por el testimonio que encierran y por el recorrido que han tenido a lo largo de casi un siglo.
El Museo Sefardí del Realejo, pequeño pero activo, se ha convertido en un punto de referencia en la recuperación de la herencia judía en Andalucía. La incorporación de estas piezas refuerza ese propósito: unir la memoria sefardí europea con las raíces del judaísmo español ▪
