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Que vuelva a dar vergüenza odiar a los judíos

No es una frase ni un eslogan: es una línea roja. El odio antisemita no puede seguir siendo tendencia ni esconderse detrás de las libertades que garantiza una democracia occidental.

Mónica Sánchez Rubio

Todo empezó con una imagen. Una de esas campañas que, entre tanta consigna hueca y postureo de redes, te obliga a frenar en seco y mirar de frente. Letras grandes, una estrella de David bien visible y un mensaje en inglés que no necesita interpretación:

"MAKE JEW HATE SHAMEFUL AGAIN"

(Que vuelva a dar vergüenza odiar a los judíos)

Y lo cierto es que sí, ya era hora. Porque estamos rodeados de eufemismos, de excusas, de cobardía disfrazada de causa justa. Odiar a los judíos vuelve a estar de moda.

Se dice bajito, se maquilla, se envuelve en banderas ajenas. Pero ahí está: el odio de siempre, con las formas del presente.

Mona 2 Cartel

No es una exageración. Desde el 7 de octubre de 2023, cuando Hamás masacró a civiles israelíes en un ataque cruel y premeditado, hemos visto cómo se justifica lo injustificable, cómo se relativiza la barbarie, cómo se aplaude el horrorsiempre que las víctimas sean judíos.

El discurso de la "resistencia" lo blanquea todo. El discurso "colonizador contra colonizado" o, lo que es lo mismo, licencia para violar, quemar, asesinar.

Hablamos de personas que no gobiernan, que no disparan armas, sino que llevan una kipá, un determinado apellido, un maguen David (EJ. estrella de seis puntas), una memoria. Y eso basta para odiarles.

Lo peor es que muchos ya no se avergüenzan. Es más: lo celebran.

Hoy no hace falta gritar "muerte a los judíos" para ser antisemita. Basta con repetir que "los judíos controlan el mundo", que "el 7 de octubre fue un acto de resistencia", o que "todo israelí es un colono". Lo dicen en universidades, lo repiten en platós, lo gritan en manifestaciones donde la empatía se dosifica según el origen de la víctima.

¿Y la vergüenza? ¿Dónde está la vergüenza que debería provocarnos todo esto? ¿Dónde están los que se llenan la boca con palabras como igualdad, justicia o derechos humanos?

Porque esa es la gran hipocresía: Vivimos en sociedades que se fundamentan en valores que beben, entre otras fuentes, del pensamiento judío, la dignidad humana, el valor de la vida, la libertad individual, pero esos valores desaparecen cuando el que sufre lleva una estrella de David. No hay derecho a la vida para el niño judío. No hay presunción de inocencia para el civil judío. No hay comprensión posible para el exilio, la persecución, el miedo, si el protagonista es judío.

Y, sin embargo, quienes más odian, quienes más señalan, quienes más se permiten insultar y generalizar, lo hacen envueltos en las libertades que Occidente, con el judaísmo como semilla, han construido con sangre y razón.

¿Qué pasaría si gritaran "Free Palestine" en Gaza?

Las mismas personas que desfilan alegremente en Madrid, Londres o París con pancartas de "Free Palestine", ropa ceñida, banderas LGTB, lemas feministas y móviles de última generación, ¿se atreverían a manifestarse así en Ramala, en Teherán o en Gaza? No. No podrían.

Serían detenidas. Censuradas. Apedreadas. O directamente ejecutadas. Y sin embargo, esos regímenes les parecen más dignos de apoyo que las democracias que les permiten expresarse sin miedo. Es el colmo del cinismo: odian en nombre de libertades que no existirían ni un minuto en los lugares que idealizan.

¿Free Palestine: consigna o excusa? Sí, "Free Palestine" es un eslogan sucio, que borra matices, instrumentaliza el sufrimiento y justifica el exterminio del otro. Se ha convertido en una consigna cómoda para quienes quieren pertenecer a algo, sentirse parte de una causa, sin tener que enfrentarse a su propia ignorancia o su odio sin depurar.

El mensaje que debería gritarse hoy

Por eso el lema de esa campaña no pide apoyo político. No pide tomar partido. Pide algo mucho más básico: Que odiar a los judíos vuelva a dar vergüenza. Que el crimen no se justifique por la bandera de la víctima. Que el asesinato no se celebre según el apellido. Que el odio vuelva a doler, aunque se disfrace de revolución. No es solo una frase. Es una línea roja.

Porque el antisemitismo no es "una opinión". No es "una crítica". No es "una reacción". Es el veneno de siempre, reciclado para una generación que se cree libre mientras repite los peores clichés del pasado.

Así que basta de silencio. Basta de excusas.

Digámoslo claro, sin filtros y sin miedo BASTA AL ANTISEMITISMO:

Que vuelva a dar vergüenza odiar a los judíos ▪

Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad exclusiva de su autor
y no necesariamente reflejan la postura editorial de Enfoque Judío ni de sus editores.

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