El 17 de agosto de 2017, Barcelona sufrió el atentado más grave de su historia reciente: una célula yihadista formada por jóvenes radicalizados en Ripoll perpetró un ataque en Las Ramblas. Una furgoneta arrolló a la multitud durante más de 500 metros, dejando 16 muertos y más de 150 heridos de 34 nacionalidades. Horas más tarde, cinco miembros de la misma célula intentaron repetir la masacre en Cambrils (Tarragona), donde asesinaron a una mujer antes de ser abatidos. Ocho años después, la memoria de aquella herida parece haberse desvanecido completamente.
Pero imaginemos: ¿Qué habría pasado si en lugar de en Las Ramblas, el ataque hubiera golpeado en un festival como Sónar o Primavera Sound, con decenas de miles de asistentes y un fuerte simbolismo cultural y político? La escala de víctimas habría sido devastadora. Y no olvidemos que en estos festivales se han exhibido abiertamente consignas políticas, ignorando el sufrimiento de las víctimas del 7 de octubre en Israel.
No es un detalle menor que Primavera Sound y Sónar hayan permitido expresiones abiertas partidistas y políticas: banderas desplegadas en el escenario, hasta cancelaciones de artistas israelíes y protestas ligadas al boicot cultural (especialmente en Sónar por su vínculo con fondos como KKR). Todo esto contrasta con la aparente indiferencia hacia el dolor de las víctimas del 7 de octubre de 2023 en Israel, cuya masacre fue el desencadenante de la actual guerra en Gaza. ¿Cómo es posible esta distopía?

No es una hipótesis lejana: como algunos no podemos ignorar, esto desafortunadamente ocurrió en el festival de Nova en 2023, en Re’im (sur de Israel), donde Hamás asesinó a más de 360 jóvenes, secuestró y violó a inocentes, entre ellos los pequeños Ariel y Kfir Bibas. Una masacre transmitida al mundo entero desde lo que debía ser una celebración de música y vida.
Mientras tanto, en la inauguración de las Fiestas de Gracia de este fin de semana, se exhibió una pancarta con el mensaje: "Gràcia amb Palestina. Sionistes no sou benvinguts. Zionists, you’re not welcome!!" (E.J.- Gracia con Palestina. Sionistas no sois bienvenidos).
Si paseas un domingo por las calles de Gracia, vemos a otra generación de jóvenes alzar pancartas con lemas de la intifada, de la "resistencia" o del rechazo al pueblo judío.
Un ejemplo de cómo el conflicto palestino-israelí ha calado en este barrio de Barcelona y cómo la ciudad se convierte en escenario mundial de tensiones internacionales y radicalización islamista.
Aquí surge el paralelismo incómodo: los jóvenes de Ripoll que acabaron empuñando cuchillos y alquilando furgonetas comenzaron también con discursos de odio, consumiendo consignas radicales que les ofrecían pertenencia y propósito.
Hoy, en Gracia, si paseas un domingo como hoy por sus calles, vemos a otra generación de jóvenes alzar pancartas con lemas de la intifada, de la "resistencia" o del rechazo al pueblo judío, como la de este fin de semana. Sin contar con un centenar de locales que ya se atreven a ilustrar su odio sin reparo alguno, permitiendo que sus calles estén plagadas de suciedad visual y propaganda islámica.
No empuñan aún armas, pero reproducen los mismos códigos de radicalización: odio al sionismo, victimismo manipulado y exaltación de la violencia como justicia. Muchos ni siquiera saben el verdadero significado de ser sionistas, pero hace poco eran los mismos que luchaban por la independencia frustrada de Cataluña.
Muchos jóvenes ni siquiera saben el verdadero significado de ser "sionista", pero hace poco eran los mismos que luchaban por la independencia frustrada de Cataluña.
De vuelta a la tragedia de Barcelona: ¿Mantendrían ese apoyo si las víctimas hubiesen sido sus propios amigos o familiares? ¿Qué habría pasado si, en lugar de en Las Ramblas, el atentado se hubiera producido en un concierto lleno de jóvenes como ellos? ¿Seguiríamos viendo, incrédulos, lo que hoy ocurre en Gracia, o en cambio veríamos a sus padres levantando carteles con sus fotos y reclamando su liberación, igual que hacen las familias de los secuestrados por Hamás?
El pueblo judío conoce demasiado bien el precio del odio: más de 3.000 años de lucha por su tierra, seis millones de muertos en la Shoá y una constante batalla por sobrevivir. Lo sorprendente es que Barcelona, incapaz de recordar siquiera lo ocurrido hace apenas ocho años en su propia ciudad, se atreva a ignorar esta realidad.
Recordemos que el olvido de los hechos del pasado, sumado a ignorar las señales del presente, son los peones de futuras barbaries. El modus operandi y el principio histórico de las tragedias, desafortunadamente siempre son los mismos ▪
Rafaela Almeida, nacida en Brasil y nacionalizada española, es empresaria, escritora, educadora y presentadora de televisión. Es autora del libro Comunicación Internacional y Relaciones Públicas (Editorial Base, 2023), obra recomendada por la Escuela Diplomática española. Ha alzado la voz contra el antisemitismo en charlas TEDx y en medios nacionales e internacionales. Actualmente estudia Relaciones Internacionales en la UOC.