La comunidad judía masortí Bet El de Madrid celebró este jueves la inauguración oficial de su nueva sede, en un acto cargado de emoción, música y significado. La ceremonia, que contó con la presencia de líderes comunitarios, diplomáticos, rabinos y dos de los miembros fundadores, marcó un hito para esta comunidad con más de 30 años de vida.

Entre los invitados destacaron el encargado de negocios de la Embajada de Israel en España, Dan Poraz; la directora de comunidades de la FCJE, Carolina Aysen; el presidente de la Unión Mundial del Judaísmo Progresista (WUPJ), Sergio Bergman; el presidente de Maccabi España, Mauricio Kohn; la rabina de la Comunidad Reformista de Madrid, Yael Cobano; y la presidenta de la Comunidad Judía de Madrid, Estrella Bengio.

También asistieron a la ceremonia dos de los fundadores originales de la comunidad, Gabriel Prisiallni, luego también presidente durante siete años, y el rabino Mario Stofenmacher, su guía espiritual desde 1991 a 2019, así como el anterior presidente Gastón Roife.

"En el hogar"

La ceremonia se dividió en tres partes. Primero, en la sala de acceso de la nueva sede, el presidente de Bet El, Ariel Liberman, junto al tesorero Rafael Buenavida, colocaron la mezuzá y recitaron la bendición correspondiente rodeados de miembros de la comunidad. Luego, en el espacio sinagogal, tuvo lugar un acto más institucional que incluyó momentos musicales interpretados por el músico madrileño-israelí Daniel Shay, quien ofreció un repertorio de melodías judías e israelíes que incluyó la canción en yiddish "Oyfn Pripetchik" (En el hogar) —por los orígenes ashkenazíes de muchos miembros— y la del "Rey Nimrod" en ladino, en un guiño simbólico a la otra parte de socios y al regreso a Sefarad.

El actual rabino Mario Karpuj recitó la bendición de "Shehejeyanu" y tomó la palabra para destacar el esfuerzo colectivo que ha hecho posible este sueño. "En cada generación un pequeño grupo lleva la carga más pesada, colocan el arca sobre sus hombros, elevan la Torá con el trabajo de sus manos, y de su imaginación nace un edificio", dijo. Luego añadió con emoción: "Han hecho posible construir este santuario, un lugar donde Dios habita entre nosotros".

Durante el acto se entregaron reconocimientos a personas que contribuyeron de forma excepcional a la concreción del proyecto: el empresario Leo Flesler y el tesorero Rafael Buenavida, de la propia comunidad Bet El, y al arquitecto del proyecto Santos Benbunán, y al economista Alfonso Israel, cuya presencia se esperaba pero no pudo llegar a tiempo.

La última parte del evento fue una celebración comunitaria con comida, bebida y reencuentros. En un ambiente distendido, muchos recordaron el largo camino hasta este momento.

"La sensación es de muchísima alegría. Tener casa propia permite que no nos ocurra, o estemos a expensas, de que a veces nos fuimos de algunos lugares por razones muy extrañas. Tener casa propia nos da una estabilidad, nos da un pequeño centro comunitario para hacer las actividades que queremos hacer", dijo Liberman a Enfoque Judío.

34 años de vida

Bet El, la segunda comunidad judía de Madrid por antigüedad y tamaño después de la CJM, reúne actualmente a cerca de un centenar de familias, muchas de ellas de origen argentino, pero también con integrantes de otras nacionalidades y españoles que se han sumado a esta expresión del judaísmo masortí.

El proyecto comenzó allá por 1991-2, producto de la llegada de algunos argentinos y otros extranjeros en la ciudad que no hallaban su lugar en la comunidad ortodoxa ya existente desde hacía varias décadas. Al principio, empezaron a reunirse en casa de uno de sus fundadores, Silvio Jazanovich, para kabalat shabat. "Fue el primer ciclo de tres", expuso a Enfoque Judío Gabriel Prisiallni, fundador y expresidente durante siete años y para quien el acto del jueves fue "muy emocionante y una enorme satisfacción". Fue como ver que "la comunidad tiene vida propia y una proyección de futuro. Ver crecer a un niño que ahora camina como hombre maduro".

El segundo ciclo fue celebrar las oraciones en lugares prestados o cedidos por otras instituciones judías, hasta constituirse en asociación religiosa y alquilar el primer local propio en la calle Eladio López Vilches -curiosamente, no lejos de la sede actual permanente- que constituye la tercera fase, a decir de Prisiallni. En aquella época eran unos 20-30 miembros.

El rabino Stofenmacher, otros de los fundadores y hasta hace seis años su guía espiritual, destacó el hecho de que en la ceremonia de inauguración el jueves se congregaran tres rabinos y dos futuros rabinos (de la rama reformista que serán ordenados mañana, domingo). Ello, sumado a la imagen de los rollos de la Torá originales traídos de sinagogas de Marruecos que estaban siendo cerradas -dos de los cuales con casi 300 y 350 años-, y verlos ahora "en una casa fija", es para él "algo tremendamente emocionante".

"Que en la inauguración hubiera varios rabinos y futuros rabinos, y esa imagen de los rollos antiguos de la Torá, junto con una nueva Torá escrita en España, es para mí muy relevante. Habla de pasado, de unión con el pasado, y de un gran futuro", subrayó.

El camino hacia la sede permanente

La comunidad original pasó por varias sedes a lo largo de los años y, en 2024, afrontó la urgencia de encontrar un nuevo espacio, tras dificultades para renovar el contrato de su anterior ubicación. Algunas versiones apuntan a presiones vecinales con tintes antisemitas en el contexto de la guerra en Gaza.

A contrarreloj y con un fuerte compromiso interno alentado por la nueva directiva -casi improvisada y salida de una comisión especial para la búsqueda de candidatos-, el proceso de adquisición de la nueva sede se completó en apenas seis meses. "El 70% del dinero vino de los propios socios", destacó Liberman en su discurso, sin olvidar agradecer también el apoyo solidario de los de otras comunidades y no afiliados.

"Hoy es un día muy especial para nuestra kehilá, porque nos presentamos en sociedad. Presentamos nuestro centro, que representa la realización de un sueño compartido que hace mucho tiempo veníamos acariciando. La estabilidad que nos ofrece una casa propia para el judaísmo masortí es increíble", expresó el presidente comunitario emocionado.

La nueva sede ya venía funcionando desde enero y ha albergado desde entonces una decena de ceremonias como bar y bat mitzvá. Pero este jueves, por primera vez, la comunidad abrió oficialmente sus puertas, sellando con orgullo su compromiso con un judaísmo plural, acogedor y con raíces profundas ▪