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Balak

El burro sabio

Una asna que ve lo que el profeta no, un burro que piensa mejor que el erudito: la sabiduría no siempre sigue jerarquías.
El burro sabio

Actualizado el 7/7/2025, 21:08 hs.

En medio de una saga política cargada de tensiones, el rey de Moav contrata al profeta Bilam para que maldiga al pueblo de Israel. A pesar de ser reconocido como un maestro de la palabra, Bilam no logra ejercer su poder como desea: cada vez que intenta maldecir, termina bendiciendo. Más aún, en su trayecto hacia la misión encomendada, su asna se detiene, se desvía y finalmente le habla, revelando la presencia de un ángel que él, con toda su supuesta visión profética, no ha podido ver.

Rashi subraya esta ironía de forma aguda: "El asna vio lo que el profeta no vio" (Rashi sobre Números 22:23). Lo que para la mirada jerárquica debería haber sido un simple medio de transporte, resulta ser un canal de percepción espiritual más lúcido que su amo. La inversión de roles no es anecdótica: cuestiona la relación entre estatus, verdad y percepción.

Rambán, por su parte, interpreta este episodio como una crítica directa a la arrogancia de Bilam. Escribe: "El Eterno permitió que el asna hablara para humillar aún más a Bilam, y para mostrarle que incluso las bestias tienen mayor discernimiento que él cuando actúa con soberbia" (Rambán sobre Números 22:31). En esta lectura, la intervención del animal no es solo un milagro, sino una lección de humildad: Bilam pretendía actuar como un profeta autónomo, manipulando el mensaje divino en beneficio propio, pero termina siendo confrontado por lo que él considera inferior. El Rambán ve en esta escena una advertencia contra la desconexión entre poder, ética y humildad ante lo trascendente.

Este contraste entre sabiduría percibida y lucidez real ha resonado en muchos contextos culturales. De forma curiosa, algunos han notado el paralelismo con la película Shrek, donde un burro parlante —aparentemente simple e irritante— acompaña al protagonista en un viaje transformador. Como el asna de Bilam, el burro de Shrek ve, siente y dice lo que el héroe no puede o no quiere enfrentar, funcionando como una conciencia externa que revela verdades desde lo marginal.

Pero el texto bíblico no invita a romantizar ingenuamente la voz del pueblo o del instinto animal. Tampoco canoniza la desobediencia como forma de sabiduría. La clave está en el contraste con Bilam: su incapacidad para adaptarse, su obstinación, su intento de manipular lo sagrado a su favor. La asna no representa la verdad popular, sino la posibilidad de ver cuando se está verdaderamente conectado con la realidad, aunque sea desde un lugar inesperado.

El episodio concluye con una paradoja: Bilam, que debía maldecir, termina bendiciendo al pueblo con una de las frases más poéticas y recordadas del texto bíblico que cantamos al comenzar un servicio en la sinagoga: "¡Cuán hermosas son tus tiendas, oh Jacob, tus moradas, oh Israel!" (Números 24:5). Pero esa bendición no surge de su inspiración personal, sino de su rendición a una verdad que lo supera. Y en ese reconocimiento forzado, el profeta se humaniza.

La parashá Balak nos desafía a reconocer nuestras cegueras, a no subestimar las voces que vienen desde abajo y a revisar nuestras estructuras mentales cuando la realidad ya no encaja en ellas. Ver y hablar con integridad no depende del cargo ni del carisma: depende de estar dispuesto a cambiar ▪

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