Entre la alegría luminosa de Tu BeAv -el a veces llamado "día de los enamorados" del judaísmo- y la voz emocionada o fervorosa de las Selijot (Súplicas) hay apenas unas semanas, pero un cambio profundo de enfoque.
En tiempos del Segundo Templo, el 15 de Av era día de bailes en los viñedos: jóvenes de todas las tribus se encontraban, se formaban matrimonios y se celebraba la unión de un pueblo. Era el "Shabat del corazón", una fecha sin ayuno ni luto, marcada por el blanco de las vestiduras y la esperanza.
Luego llega Elul y, con él, las Selijot: oraciones nocturnas o de madrugada, donde la comunidad se reúne para pedir perdón y comprometerse a cambiar antes de Rosh Hashaná, el año nuevo del calendario hebreo. El tono parece opuesto, pero el calendario enseña que ambos momentos están conectados: no se puede pedir perdón sincero sin haber cultivado primero el amor y la empatía.
Rashi, el Rambán y otros sabios de nuestra tradición notaron que, tras la destrucción recordada en Tishá BeAv, el calendario propone tres pasos: reconstruir el vínculo humano (Tu BeAv), abrir el corazón (Elul) y comparecer ante el Juez divino (Rosh Hashaná). Es un camino de afuera hacia adentro.
En un mundo hiperconectado pero emocionalmente fragmentado, esta secuencia sigue vigente. Distintos conocimientos científicos en las ciencias humanas confirman que la capacidad de perdonar se fortalece en relaciones donde ya existe afecto y confianza. El judaísmo lo plantea desde hace milenios: antes de hablar con Dios, habla con tu prójimo; antes de pedir justicia, practica la misericordia.
Así, el puente entre Tu BeAv y Selijot no es un salto de fiesta a penitencia, sino una misma melodía que cambia de ritmo. Primero danzamos para encontrarnos; luego bajamos la voz para reconciliarnos. Y cuando ambos pasos se dan, estamos preparados para comenzar una nueva etapa, un nuevo año ▪
