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Análisis

Elías Rodríguez: del discurso de odio hasta apretar el gatillo

El discurso de odio antisemita escala en Occidente transformando activismo en violencia, como el asesinato de Yaron Lischinsky y Sarah Milgrim, empleados de la Embajada de Israel en Washington.
Elías Rodríguez: del discurso de odio hasta apretar el gatillo
El asesino por confesión propia Elías Rodríguez (Foto: Redes)

Actualizado el 9/6/2025, 15:11 hs.

Elías L. Benarroch

Desde la masacre del 7 de octubre perpetrada por Hamás y la subsiguiente guerra de Gaza para liberar a los rehenes israelíes, Israel y las comunidades judías han venido alertando sobre el aumento del discurso de odio antisemita en Occidente, incluido España. Esta fórmula no es nueva: la demonización y deslegitimación del Estado judío acaban, una y otra vez, desembocando en violencia. En Europa, esta violencia ha provenido principalmente de círculos islamistas. El caso de Elías Rodríguez, que mató a dos empleados de la embajada israelí en Washington mientras gritaba "¡Palestina libre!", ilustra cómo esta retórica puede permear otros sectores y convertirse en violencia directa. ¿Quién es realmente Elías Rodríguez?

El perfil del asesino

De 31 años, filólogo residente en Chicago, Rodríguez fue detenido por disparar mortalmente contra Yaron Lischinsky y Sarah Lynn Milgrim a la salida de un evento del Comité Judío Americano en el Museo Judío de Washington, según su propia confesión en el sitio. Al momento de su arresto, Rodríguez exclamó: "¡Hice esto por Gaza. Palestina libre!". Según testigos, llevaba una kufiya palestina y mostraba signos de angustia tras el ataque.

Graduado en Filología Inglesa por la Universidad de Illinois, Rodríguez había trabajado como historiador en un proyecto dedicado a rescatar la memoria de líderes afroamericanos y mostraba un historial de activismo político. En 2017 estuvo brevemente asociado al Partido por el Socialismo y la Liberación (PSL), aunque la organización ha negado vínculos recientes. Además, se le relaciona con movimientos radicales financiados por el activista socialista Neville Singham, conocidos por sus posturas antiisraelíes. Las autoridades estadounidenses investigan si el ataque responde a un "crimen de odio" alentado por el discurso antisemita del último año y ocho meses, o de a un acto de "terrorismo" de tipo "lobo solitario" instigado de forma más puntual por alguna organización o grupos islamistas. 

Se trata en ambos casos de perfiles muy difíciles de interceptar antes de cometer el crimen, pero el de Rodríguez parece -a priori- responder más al primero que al segundo.

Un patrón preocupante

Según la Liga Antidifamación (ADL), Rodríguez publicó en X un manifiesto titulado "Escalar por Gaza, traer la guerra a casa", que mostraba un proceso de radicalización con un fuerte contenido antiisraelí. También participó en protestas propalestinas tras el ataque del 7 de octubre y mantenía vínculos con organizaciones como la coalición ANSWER y PSL. La Unidad de los Territorios, antes conocida como Acción Palestina EE.UU., difundió su manifiesto junto a la imagen de un arma y lo describió como "prisionero político". La Coalición Antiguerra del Bronx calificó su acción como "la expresión más alta del antisionismo". Estos posicionamientos muestran cómo ciertos círculos no solo justifican la violencia contra judíos, sino que la glorifican.

Además, grupos de ultraderecha y supremacistas, enemigos declarados tanto del Estado de Israel como de las comunidades judías, celebraron el ataque de Rodríguez, aunque por motivos distintos. Según el informe de la ADL, este atentado es el octavo complot o ataque dirigido contra judíos o instituciones judías en Estados Unidos desde julio de 2024. En total, se contabilizan 9,354 incidentes antisemitas en el país durante este año, un aumento del 893% respecto a la década anterior. Un dato que revela una escalada alarmante.

De las palabras a las balas

Rodríguez no era un desconocido, pese a no tener aparentemente antecedentes violentos. Lo que emerge de su perfil es el impacto de años de discursos que trivializan, cuando no legitiman, el odio a Israel y a los judíos. Se trata de un fenómeno que ha germinado especialmente en el mundo universitario y en ciertos sectores de izquierda radical, donde la relectura maniquea de la historia impulsa una narrativa de "opresores y oprimidos" en la que Israel queda reducido al papel de villano absoluto.

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Los "campos de odio" de las universidades americanas (Foto: Redes sociales)

Expertos como Robert Pape y Liliana Mason, citados por The Guardian, advierten que este tipo de actos son parte de una tendencia global de "populismo violento". Según Mason, los autores de estos atentados creen que serán celebrados por un sector de la sociedad que comparte sus objetivos radicales, una percepción que se confirma con el aparente manifiesto del asesino.

El ataque perpetrado por Rodríguez no fue un hecho aislado ni la expresión de una locura individual. Es el resultado de un entorno donde el odio, amplificado por las redes sociales y por discursos radicales, se convierte en una llamada a la acción. La demonización del Estado judío ha servido de combustible para quienes, como Rodríguez, deciden pasar del activismo a la violencia

Una advertencia global

El caso Rodríguez representa algo más que un crimen atroz. Es un síntoma de cómo el discurso de odio, cuando no se enfrenta de forma decidida, puede transformar a personas aparentemente comunes en asesinos. Aunque Europa ha sido el escenario habitual de violencia antisemita proveniente de círculos islamistas, el hecho de que Rodríguez, sin antecedentes directos vinculados al conflicto, haya tomado las armas en nombre de una causa lejana y de la que probablemente conozca poco, o nada, debería ser una advertencia para todas las democracias occidentales ▪

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