30 diciembre 2025
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La terminología importa: "¿La guerra de Netanyahu?"

Por razones de precisión histórica y claridad informativa es más adecuado referirse a este conflicto como la “guerra entre Israel y Hamás” o la “guerra de Gaza iniciada tras el ataque del 7 de octubre de 2023”. Llamarla “la guerra de Netanyahu” puede tener utilidad en ciertos análisis críticos sobre liderazgo político, pero no es un descriptor neutral ni adecuado.

Masha Gabriel

En varias columnas y artículos de opinión, incluso en páginas informativas, El País ha empleado expresiones como "la guerra de Netanyahu" para describir el prolongado conflicto entre Israel y Hamás tras el ataque del 7 de octubre de 2023. Esta terminología no es exclusiva de ese medio, también hemos visto usos similares en publicaciones como La Vanguardia y otros espacios mediáticos y de opinión. Incluso la agencia EFE recurrió a esa terminología. Pero su persistencia revela algo más que una simple elección retórica: refleja un enfoque políticamente cargado que merece discusión crítica.

Llamar al conflicto "la guerra de Netanyahu" es incorrecto desde un punto de vista histórico y fáctico porque simplifica y personaliza en exceso un fenómeno que tiene causas y actores múltiples. El conflicto actual no fue iniciado por decisiones voluntarias e individuales del primer ministro israelí, sino por el ataque y la invasión de Hamás el 7 de octubre de 2023, que resultó en la muerte más de mil israelíes, secuestros masivos, violaciones y torturas y que desencadenó la respuesta militar israelí.

Esa causalidad concreta —ataque de Hamás seguido de una respuesta militar— sugiere que, si se quiere hablar de "quién inició" el conflicto, lo apropiado es referirse a la agresión que partió de Hamás o, de forma más neutral, a la guerra entre Israel y Hamás o a la guerra en Gaza desde octubre de 2023.

Es cierto que, en el debate político y mediático, se emplea el término "la guerra de Netanyahu" con frecuencia entre quienes intentan atribuirle a Netanyahu una responsabilidad moral o política significativa por los fallos de inteligencia y seguridad que permitieron el ataque del 7 de octubre o por las decisiones posteriores en la conducción del conflicto. Esa etiqueta refleja una perspectiva crítica: es una forma de cuestionar su liderazgo, estrategia y prioridades políticas.

Sin embargo, hay una diferencia importante entre criticar decisiones políticas concretas y nombrar un conflicto de forma imprecisa. Decir que un líder ha fallado en la defensa o ha gestionado mal una crisis no es lo mismo que responsabilizarlo de la guerra. Por ejemplo, no se habla de la "guerra de Zelensky" para describir el conflicto ruso-ucraniano ni se usa comúnmente la expresión "la guerra de Churchill" para referirse a la Segunda Guerra Mundial —aunque ambos líderes jugaron roles centrales— porque esos golpes de efecto terminológicos tienden a confundir causalidad histórica con responsabilidad política específica.

Otro punto importante: criticar un liderazgo por fallos de seguridad no es lo mismo que culpar a la víctima de su propia agresión. Atribuir el inicio del conflicto o su identidad fundamental a la persona que actualmente lidera un país puede caer en una forma de simplificación que tiende a desviar la atención de hechos verificables (como el 7 de octubre, perpetrado por Hamás) y a politizar el relato histórico en vez de explicarlo. Eso puede llevar a analogías peligrosas: así como sería inadecuado referirse a un ataque criminal como "el robo de la policía" por fallas en la prevención, también es problemático etiquetar un conflicto armado como "de Netanyahu" solo porque sus decisiones posteriores son objeto de crítica.

Por razones de precisión histórica y claridad informativa es más adecuado referirse a este conflicto como la "guerra entre Israel y Hamás" o la "guerra de Gaza iniciada tras el ataque del 7 de octubre de 2023". Llamarlo "la guerra de Netanyahu" puede tener utilidad en ciertos análisis críticos sobre liderazgo político, pero no es un descriptor neutral ni adecuado para describir quién inició o definió realmente el conflicto ▪

Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad exclusiva de su autor
y no necesariamente reflejan la postura editorial de Enfoque Judío ni de sus editores.

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