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Pésaj

La memoria de la libertad

Pesaj celebra la salida de Egipto y el nacimiento del pueblo judío. Pero más que Historia, es una vivencia que invita a repensar la libertad de la que disfrutamos hoy, desde el hogar y la identidad. Una festividad que transforma el recuerdo en acción.
La memoria de la libertad
Mesa preparada para el Seder de Pésaj. (Foto: Envato Elements)
Actualizado el 2/5/2025, 21:51 hs.

Pésaj, también conocida como la "Pascua Judía", es una de las festividades más antiguas y significativas del calendario hebreo. Según Mishná Rosh Hashaná 1:1, marca uno de los cuatro comienzos del año: el año nuevo para los reyes y las festividades, es decir, el inicio del ciclo del pueblo de Israel en su dimensión colectiva y humana.

Se celebra cada año para conmemorar la salida del pueblo de Israel de la esclavitud en el Egipto faraónico, un evento que marca el nacimiento del pueblo judío, en libertad. Pero reducir esta festividad a un simple acto de memoria histórica es quedarse en la superficie, porque Pésaj es mucho más que la evocación del pasado: Es una experiencia viva que se renueva en cada generación.

Los símbolos del "Séder"

En el centro de la celebración se encuentra el "Séder", una cena ritual durante la primera noche (las dos primeras en las comunidades de la diáspora), en la que leemos la "Hagadá", una compilación de distintos textos que guía a los participantes a través de una narrativa en la que se entremezclan historia, leyendas, tradiciones, preguntas y cantos.

La matzá, el pan ácimo, representa tanto las prisas con las que los israelitas salieron de Egipto como la humildad; el "maror", o hierbas amargas, la dureza de la esclavitud; y las cuatro copas de vino marcan las promesas divinas de redención. El protagonismo de los niños durante la noche del "Séder" refuerza el rol de la transmisión: enseñar es tan importante como recordar.

Antes de los ocho días de Pesaj (siete en Israel), los hogares judíos más tradicionalistas son limpiados a fondo de cualquier resquicio de "jametz", es decir, productos fermentados como pan, galletas, pasta o cerveza. Una práctica que nos traslada a una metáfora espiritual. Para muchos, el "jametz" simboliza un ego inflado, arrogancia,  excesos… Eliminarlo representa un acto de humildad, de retorno a lo más esencial de la existencia humana.

La esencia de Pésaj: identidad y transmisión

Pero la importancia de Pésaj para el pueblo judío no radica únicamente en su valor histórico. Es, ante todo, un ejercicio de identidad. La Mishná nos enseña que en cada generación uno debe verse a sí mismo "como si él mismo hubiera salido de Egipto". Esta máxima encierra la esencia de la festividad: Vivir la historia como propia, no como una reliquia, sino como una experiencia transformadora. En tiempos antiguos, esta transformación era tanto política como espiritual. En tiempos modernos, también puede ser interior, ética, incluso existencial.

Porque Pésaj nos plantea una pregunta que hoy sigue tan vigente como entonces: ¿Qué significa ser libre? La libertad no es natural ni permanente. Debe ser celebrada, cuidada y transmitida y esta festividad nos invita a repensar nuestras propias esclavitudes, personales y colectivas.

Y no es casual que, dentro de toda esta simbología, en el "Séder" reservemos una copa de vino para el profeta Elías, el profeta de la redención. Pésaj no solo nos recuerda lo que ocurrió en el pasado, sino que nos presenta una memoria de la libertad como legado de futuro. En palabras del rabino Jonathan Sacks, la historia de Pésaj no se repite cuando se recuerda, sino cuando se olvida.▪

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