La Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948, establece principios fundamentales que todo Estado y sociedad deben respetar: la dignidad humana, la igualdad, la libertad de expresión, el pensamiento, la conciencia, la religión y la participación en la vida cultural y deportiva. Estos derechos no son aspiraciones vacías; son la base de sociedades justas, plurales y pacíficas.
La educación, la cultura y el deporte no deben ser instrumentos de manipulación política ni de persecución ideológica.
La UNESCO, fundada en 1945, tiene como misión la promoción de la paz y la seguridad mediante la cooperación internacional en educación, ciencia, cultura y deporte. Sus principios fundacionales insisten en que estas esferas deben ser espacios de inclusión, respeto y desarrollo integral de la humanidad. Sin embargo, recientes acontecimientos en España muestran que estos ideales están siendo sistemáticamente vulnerados por la alianza del comunismo e islamismo.
Estas últimas semanas, la participación de la delegación israelí en La Vuelta Ciclística a España 2025 se vio bajo acoso por acciones violentas y hostiles de grupos activistas motivados por discursos de odio antisemita promovidos principalmente por el autócrata de la Moncloa. Estos ataques no son eventos aislados, sino el resultado de una narrativa odio antisemita de política promovida por representantes del Estado español.
El autócrata Pedro Sánchez, junto con las ex ministras Irene Montero Gil e Ione Belarra, han contribuido a un ambiente de intolerancia y estigmatización de comunidades judías y de la única democracia en Oriente Próximo.
Esta hostilidad, se ha intensificado después de la masacre terrorista del 7 de octubre de 2023 en el Festival por la Paz NOVA, donde más de 1.400 civiles, incluidos niños, mujeres y ancianos, fueron brutalmente asesinados por terroristas palestinos de Hamás, quienes a través de una previa planificación, llevaron a cabo sus instintos de asesinos, y que algunos políticos como Pedro Sánchez, han justificador lo injustificable e indefendible.
La intención del autócrata Pedro Sánchez era evidente: desviar la atención política ante los escándalos de corrupción que han marcado su gestión de gobierno y la de sus aliados políticos. Para ello, promovió un ambiente de hostilidad y discurso de odio antisemita a través de colectivos radicales y de sus aliadas autodenominadas "feministas" y movimientos supuestas "causas justas", saboteando y atentando directamente contra la integridad física de los ciclistas israelíes, lo que culminó en la suspensión definitiva de esta importante competencia.
La violencia dirigida contra la delegación israelí, incluyó agresiones físicas, mensajes cargados de odio y antisemitismo, así como un boicot sistemático que obligó a interrumpir la carrera. Este episodio evidenció cómo la politización de espacios deportivos, culturales y educativos puede traducirse en violaciones graves de los derechos humanos, especialmente cuando los discursos de odio son alentados y tolerados por altos representantes del Estado y sus aliados.
Un ejemplo previo se observó en la reciente edición de Eurovisión, donde activistas de ciertas corrientes ideológicas intentaron boicotear la participación israelí mediante campañas de hostigamiento, persecución y estigmatización, al no tener el respaldo del público, su intento fue un fracaso rotundo. Y de cara a la próxima edición, España ya ha aprobado que no acudirá si Israel no es apartada del concurso.
Más allá del deporte, este fenómeno exige una reflexión sobre la educación, la cultura y el deporte.
La politización en las aulas de clases, la selección ideológica de contenidos bibliográficos y la influencia de ciertos docentes sobre las interpretaciones históricas y políticas, son prácticas que desvían la educación de su propósito esencial. Formar ciudadanos críticos, informados y respetuosos del orden social, la libertad y los derechos humanos, que deben de ser los principales pilares de la democracia.
La comunidad académica y educativa a nivel global, debe ser examinada para garantizar que el conocimiento impartido no esté sesgado por intereses ideológicos, sino que promueva los principios universales de derechos humanos.
La politización de la cultura, el arte, la educación y el deporte constituye una amenaza grave y directa a los derechos humanos y a la libertad y a las convivencias democráticas.
El discurso de odio y antisemitismo promovido y tolerado por figuras públicas de alto nivel en España, no solo genera violencia física y simbólica, sino que erosiona los valores fundacionales de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de la UNESCO.
Hago un llamado urgente a la Comunidad Internacional: denunciar esta situación, garantizar la protección de todas las comunidades frente al odio y revisar los contenidos educativos, culturales y deportivos para evitar que la ideología se imponga sobre la verdad y la justicia.
La defensa a la dignidad humana, exige vigilancia activa, educación inclusiva y compromiso ético frente a quienes pretenden instrumentalizar la educación, la cultura y el deporte para sembrar odio ▪
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Elías David Cohen Cohen es activista y defensor de Derechos Humanos.






