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MADRID | ICM

Bet HaAm-Ofek, la escuela israelí laica de Madrid

De domingo en domingo, la academia Bet HaAm-Ofek reúne en Madrid a decenas de niños que vienen a aprender hebreo y cultura israelí en un marco plural laico.
Bet HaAm-Ofek, la escuela israelí laica de Madrid

Actualizado el 12/6/2025, 19:42 hs.

Los domingos por la mañana, en el espacio de una guardería del norte de Madrid, un grupo de niños corretea entre aulas pequeñas, canta canciones israelíes y aprenden hebreo durante dos horas. Es la actividad semanal de Beit HaAm – Ofek, una singular academia dominical de hebreo y cultura israelí dirigida a familias que, aunque muy distintas entre sí, comparten una necesidad común: transmitir a sus hijos una identidad judía e israelí, laica y plural… y, ellos, sentirse parte de una comunidad.

"Es para todos los que quieren conectar con el judaísmo y la cultura israelí, sin importar su origen o creencias. Es una comunidad laica para gente que quiere sentirse parte de algo: una vida laica, la cultura israelí, el hebreo", explica la impulsora del proyecto, Yifat Tzaig, exdirectora escolar en Israel y radicada en Madrid, con su familia, desde hace tres años.

Fundada con la colaboración del programa Ofek, la red educativa de la Organización Sionista Mundial, la escuela acoge actualmente a 38 niños, organizados en dos grupos por edad. Este año ha acogido a niños de entre 3 y 10 años. El que viene, se amplia de 3 a 12.

Allí, aprenden hebreo, practican lectura y escritura, se expresan oralmente y celebran festividades con un enfoque que pone la diversión en el centro de la actividad: "Queremos que los niños disfruten del judaísmo, de la cultura israelí, de las canciones y cuentos israelíes. Que no lo vean como una obligación sino como una diversión, de lo contrario no vuelven", asegura Tzaig.

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Yifat Tzaig: "Nuestro enfoque cambió de israelíes a un público más plural" (Foto: Enfoque Judío)

No sólo israelíes

También directora de la recientemente nueva "Comunidad Israelí de Madrid" (ICM), Tzaig pensó inicialmente que el proyecto estaría dirigido exclusivamente a familias de ese origen, pero pronto descubrió que la demanda era más amplia. Hoy –cuenta- apenas un 30% de las familias tienen ambos padres israelíes. Otro 40% corresponde a familias mixtas, con un solo progenitor israelí, y el restante 30% a familias sin ningún padre israelí, pero con conexión al hebreo: "Son, por ejemplo, sudamericanos que vivieron en Israel y regresaron, o que estudiaron hebreo y quieren una educación laica israelí, más abierta".

Como en la mayor parte del mundo, la mayoría de los niños judíos en Madrid no van a colegios judíos, están integrados en colegios locales o internacionales, y en Bet HaAm – Ofek sus padres buscan algún tipo de vínculo alrededor del hebreo "bajo una visión de aperturismo". Entre los alumnos hay incluso un par de la más tradicional comunidad judía de origen sefardí-marroquí, cuyo abuelo considera que es el lugar idóneo para aprender hebreo.

Pero el vínculo no es solo lingüístico y cultural…

El proyecto se ha convertido en un espacio comunitario para familias que no siempre encuentran su lugar en las instituciones judías tradicionales, que en las pequeñas comunidades judías de la diáspora suele girar en torno a algún tipo de práctica religiosa. "Somos muy comunitarios, tanto para los padres como para los niños", enfatiza Tzaig al insistir que lo que une a estas familias es una visión del judaísmo no religiosa, centrada en la cultura israelí y el idioma. "Muchos aquí son extranjeros de distintos orígenes que buscan una conexión flexible con el hebreo, con la cultura judía e israelí. O sea que no es solo para israelíes, sino para cualquier persona no religiosa que quiera conectarse con el judaísmo a través del hebreo y la cultura israelí".

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Biblioteca móvil de libros infantiles israelíes (Foto: Enfoque Judío)

Una pequeña comunidad

Siván Buzaglo, madre israelí recién llegada a Madrid con su familia y de raíces judías madrileñas, encontró en la escuela un refugio inesperado. Tras el 7 de octubre, su sensación de inseguridad en Israel se volvió insoportable para ella. "Tuvimos a un terrorista en nuestra zona. Ya no nos sentíamos seguro en nuestra propia casa. Para mí, ese día se rompió algo y no podía quedarme ahí". Eligió Madrid porque tenía familia aquí y, como madre, buscaba una vida más tranquila y la posibilidad de elegir el sistema educativo. "En Israel no puedes elegir. Todos los colegios son públicos y vas al que te toca. Si quieres uno bueno, tienes que vivir en barrios muy caros. Solo la gente con bastante dinero puede acceder. Aquí puedo elegir", dijo a Enfoque Judío.

Al llegar, sin embargo, descubrió la dificultad de integrarse socialmente. "No lograba encontrar amigos para mi hijo. En el parque, los padres sabían que no éramos de aquí y no nos hablaban. Mi hijo me decía: ‘¿Por qué siempre estoy contigo, mamá?’. Fue muy duro". El giro vino al entrar en Beit HaAm – Ofek: "El contacto social fue muy rápido. Conectamos, nos hicimos amigos. Cada sábado viajamos juntos, celebramos cumpleaños. Nos convertimos en comunidad".

Para Buzaglo, el valor de la nueva academia judía, aunque sólo sea un par de horas los domingos,  no es solo educativo, sino emocional. "Después del 7 de octubre no puedo ver armas, no puedo entrar a un colegio donde hay policías en la puerta (E.J. Se refiere al colegio Ibn Gabirol). Quiero desconectarme de todo eso. Aquí, mi hijo estudia con los profesores acerca de Israel, por qué es importante, por qué celebramos las fiestas".

La experiencia de Patricia Alonso Valera es distinta pero confluye en el mismo espacio. Catalana de nacimiento y con una abuela judía, se trasladó a Israel en 2018 para continuar sus estudios. Allí conoció a un chico israelí, se casaron y les nacieron dos hijos. De regreso a Madrid a raíz del 7-O, se divorciaron, pero ambos decidieron continuar cultivando en sus hijos un vínculo que considera "parte de su historia familiar": "Aunque su padre no esté presente en el día a día, esto sigue siendo parte de quiénes son ellos su idioma, su cultura".

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Siván Buzaglo ha encontrado en Bet HaAm – Ofek una escuela y una comunidad (Foto: Enfoque Judío)

Una identidad propia

Y es que en Beit HaAm – Ofek los niños no solo aprenden hebreo, también lo utilizan en la práctica. "Incluso en el grupo de WhatsApp de padres usamos hebreo", señala Tzaig. "Es algo pequeño, pero importante. Queremos que nuestros hijos vivan aquí, pero que también tengan una identidad propia y sepan de dónde vienen".

El enfoque pedagógico se adapta a las particularidades del contexto. "No es lo mismo enseñar aquí que en Israel", dice. "Aquí, si no se divierten, no vuelven. Hay que enseñar el idioma de forma vivencial". Ella misma forma a las maestras semanalmente. Algunas son israelíes, otras no, pero todas tienen experiencia o raíces en Israel. "Queremos que el hebreo se enseñe con profundidad, por hablantes nativos".

El curso actual incluye 25 encuentros de dos horas, una vez por semana, y cuesta 730 euros al año, con descuentos para miembros de la comunidad ICM. Pero más allá del programa, Tzaig insiste en que la escuela es solo un pilar más de un tejido más amplio. "Queremos incluir a todos los que quieren conectar con el judaísmo y la cultura israelí sin importar su origen o creencias. Es una comunidad laica para gente que quiere sentirse parte de algo: una vida laica, la cultura israelí, el hebreo. Eso es lo importante".

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Aprendiendo sobre Shavuot (Foto: Enfoque Judío)

La academia funciona en una guardería cuyos propietarios aceptaron alquilar el espacio conscientes de la sensibilidad del contexto actual en Israel. "Por encima de todo, somos seres humanos y nos respetamos. Hablamos de las cosas", responde Tzaig al ser preguntada si tuvo alguna dificultad en encontrar el lugar. En su caso, dice, no fue así. Los propietarios ya conocían a gente de la comunidad judía que vive en la zona.  

Al igual que otros proyectos por todo el país, el proyecto "Bet HaAm – Ofek" es un ejemplo de la creciente pluralidad de la vida judía en España, de esos pequeños gérmenes que construyen comunidad desde la lengua, la cultura y una identidad compartida, sin necesidad de uniformidad ni afiliaciones religiosas cerradas. Con cada canción que aprenden, cada carta que escriben, cada palabra que intercambian, los niños de este inusual Sunday-School no solo aprenden hebreo: aprenden a conocer de dónde vienen y a desarrollar una identidad que se superpone con las demás de su entorno general y privado

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