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Simjat Torá

Donde termina, comienza de nuevo

En Simjat Torá, la alegría no está en terminar, sino en volver a empezar. Se celebra el vínculo eterno con la Torá, que nunca se suelta, ni siquiera bailando.
Donde termina, comienza de nuevo

Actualizado el 14/10/2025, 12:49 hs.

Simjat Torá, "la alegría de la Torá", marca el cierre del ciclo anual de lectura de la Torá y el comienzo inmediato de uno nuevo. Se celebra al final de Sheminí Atzeret: en Israel ambos ocurren el mismo día, mientras que en la Diáspora Simjat Torá se celebra al día siguiente.

A diferencia de otras festividades que tienen raíces en la Torá escrita, Simjat Torá surge del desarrollo litúrgico posterior, cuando se estableció el ciclo anual de lectura. Durante este día se lee el último capítulo del Deuteronomio (Dvarim) y, sin pausa, se comienza el Génesis (Bereshit). Es una forma simbólica de expresar que el estudio y el vínculo con la Torá no tienen fin.

El protagonismo de la jornada no lo tiene un objeto ritual, sino la propia Torá. Se sacan todos los rollos del arca y se realizan siete vueltas (hakafot) alrededor de la sinagoga en medio de danzas y cánticos, tanto por la noche como por la mañana. Estas vueltas, cargadas de alegría, cantos y movimiento, simbolizan que la Torá no sólo se estudia: se celebra, se abraza, se baila.

Ni el contenido de la parashá ni las halajot son el centro, sino el vínculo mismo. La Torá no es solo un libro de estudio, sino una presencia viva que acompaña al pueblo judío en cada generación. Por eso se honra a quienes reciben el último y el primer aliá: Jatán Torá y Jatán Bereshit ("el novio de la Torá" y "el novio del Génesis").

En muchas comunidades, se invita a los niños menores de 13 años a subir a leer la Torá a pesar de que durante todo el año no pueden hacerlo, y a participar con banderas. La alegría no es solo por lo aprendido, sino por el privilegio de volver a empezar.

Simjat Torá nos recuerda que cada final es también un comienzo. Que el ciclo de la sabiduría no se clausura, sino que se renueva. Y que, como el pueblo judío a lo largo de la historia, nuestra fuerza está en no soltar el libro, incluso en medio del baile

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