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Rosh Hashaná

El comienzo de los "días terribles"

Rosh Hashaná marca el inicio de los Iamim Noraím, los “días temibles”, un tiempo de juicio, introspección y renovación espiritual que despierta al alma con el sonido del shofar.
El comienzo de los "días terribles"

No hay fuegos artificiales ni brindis en la celebración judía del año nuevo. Rosh Hashaná, literalmente "la cabeza del año", inaugura un período que la tradición llama Iamim Noraím, los "Días Terribles" o "Días Temibles". ¿Qué tiene de temible este comienzo?

La Torá lo llama Yom Truá (día del sonido del shofar) y lo ubica en el primer día del séptimo mes, Tishrei. Según la Mishná, es uno de los cuatro "años nuevos" del calendario hebreo, pero tiene un carácter único: no celebra el paso del tiempo, sino que marca un juicio existencial sobre el ser humano.

El Talmud enseña que en Rosh Hashaná toda persona es "pasada ante Dios como ovejas ante su pastor", y que se escribe su destino en el "libro de la vida" o en el de la muerte. Este juicio se sella diez días después, en Iom Kipur. A ese intervalo se lo conoce como los "Días Temibles".

Pero el temor que inspira este tiempo no es de castigo, sino de conciencia. El adjetivo "nora", en hebreo bíblico, no alude al miedo irracional, sino a un asombro reverencial ante lo sagrado. Es el estremecimiento que surge al reconocer la grandeza de la vida, la responsabilidad moral de nuestras elecciones y la posibilidad de cambiar.

Rosh Hashaná es también, según la tradición, el aniversario de la creación del ser humano. No del universo en general, sino del día en que Adán y Java fueron llamados a elegir, a responder, a hacerse cargo. Por eso no se celebra con euforia, sino con introspección.

El shofar, cuerno que se toca durante el rezo, no es una melodía festiva, sino una alarma espiritual. Su sonido áspero rompe la rutina, despierta al alma dormida y recuerda que cada vida es examinada no por sus logros externos, sino por su integridad interior.

Comienzan, así, los días más intensos del calendario judío. Terribles, no por el castigo que insinúan, sino por la verdad que revelan: que somos responsables de nuestras decisiones, que el tiempo no se repite y que cada año es una nueva oportunidad para empezar de nuevo■

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