Esta parashá, breve pero densa, contiene algunos de los discursos más profundos y existenciales de toda la Torá. Israel está "de pie" (nitzavim) ante Dios, antes de entrar en la Tierra Prometida, sellando una alianza que abarca a todos: líderes, hombres, mujeres, niños, extranjeros, y —según el Midrash Tanjuma, Nitzavim 3— también a todas las generaciones futuras.
Vivimos tiempos en los que la mayoría de nuestras decisiones parecen estar tomadas antes de que podamos siquiera pensarlas: qué consumir, qué opinar, con quién indignarse, por qué causa movilizarse. Algoritmos en redes sociales, gobiernos y medios de comunicación predicen —y condicionan— nuestras elecciones. A la vez, grupos cerrados, tanto virtuales como reales, exigen adhesión incondicional a sus valores. En este contexto, Parashat Nitzavim irrumpe con una afirmación contundente: "He puesto delante de ti la vida y la muerte… escoge la vida" (Devarim 30:19). No es un simple eslogan, sino una llamada a la responsabilidad personal en medio de sistemas que intentan anularla.
Según Rashi: "También con las generaciones futuras. Esto nos enseña que las almas futuras también estaban presentes en ese momento" (Rashi sobre Devarim 29:14).
Y en contraposición a quienes reservan el conocimiento ético a élites que controlan el poder como fuentes iluminadas e incuestionables, la Torá declara: "Porque este mandamiento… no está en el cielo… está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que lo cumplas" (Devarim 30:12–14). Rambán escribe: "Porque este mandamiento alude a la teshuvá… y no está en los cielos, es decir, no depende de profetas ni de milagros. Está al alcance de todos" (Rambán sobre Devarim 30:11). Este pasaje habla del retorno espiritual y de la capacidad real de cambiar. El bien no está oculto ni es inaccesible. No necesitamos gurúes ni inteligencias artificiales para saber qué es lo correcto.
Hoy, muchas decisiones han sido delegadas a sistemas que simulan neutralidad pero reflejan los sesgos de quienes los programan. Como señaló el rabino Jonathan Sacks: "Los algoritmos te dicen qué hacer, pero no por qué hacerlo. La Torá, en cambio, te enseña a preguntar si eso que vas a hacer es bueno" ("Morality", 2020). Estudios recientes sobre justicia predictiva y plataformas digitales confirman que los sistemas automáticos replican prejuicios y perpetúan errores, mientras los usuarios creen estar actuando libremente.
Pero el riesgo no viene solo de las máquinas. También viene de las masas. Sforno advertía que incluso en contextos comunitarios, "cada individuo tiene el deber de examinar sus actos, aunque todos los demás se equivoquen" (Sforno sobre Devarim 29:18). La presión social —sea política, ideológica o emocional— puede adormecer nuestra capacidad de pensar con independencia.
Frente a todo esto, Nitzavim nos devuelve una certeza incómoda pero profundamente liberadora: podemos elegir. No todo está definido por las estructuras. La libertad no es hacer lo que uno quiere, sino hacerse responsable de las decisiones que uno toma. Elegir la vida, hoy, es sostener una mente propia en un mundo que constantemente ofrece pensar por nosotros■
