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Antisemitismo en pleno vuelo: cuando el prejuicio despega

Como defensor de los derechos humanos, no puedo sino expresar mi más profunda repulsa ante este acto, que no puede reducirse a una “incidencia aérea”. Estamos ante un caso flagrante de discriminación colectiva dirigido a grupo determinado de personas.

Elías Cohen

Lo ocurrido esta semana en un vuelo de la aerolínea Vueling en la ruta Valencia–París debería encender todas las alarmas. Cerca de 50 adolescentes judíos fueron desalojados del avión, no por una infracción de seguridad, ni por un hecho aislado, sino —a todas luces— por el simple hecho de ser quienes son: menores de edad judíos, participantes de un campamento de verano en España.

Como defensor de los derechos humanos, no puedo sino expresar mi más profunda repulsa ante este acto, que no puede reducirse a una "incidencia aérea". Estamos ante un caso flagrante de discriminación colectiva dirigido a grupo determinado de personas, con una clara motivación antisemita, agravada por la detención arbitraria de una monitora del grupo y por la actuación desproporcionada de los agentes de la Guardia Civil, quienes lejos de proteger a los menores, contribuyeron a consumar la humillación.

El hecho no admite ambigüedades ni eufemismos. Lo que ocurrió fue una violación de derechos humanos y fundamentales y un crimen de odio. Los menores fueron señalados, discriminados y expulsados en público, en un episodio que revela cómo el prejuicio puede encontrar eco no solo en instituciones, sino también entre pasajeros que no reaccionaron a lo ocurrido.

Por eso, resulta imprescindible señalar con claridad a los responsables de este atropello:

● A la aerolínea Vueling, por una conducta que trasciende la mala gestión: fue discriminatoria, antisemita y cobarde.
● A los agentes de la Guardia Civil, cuya intervención desproporcionada dio legitimidad a la exclusión y al odio.
● Y a los pasajeros que, movidos por prejuicios, no alzaron su voz en defensa del grupo de jóvenes judío.

No podemos ni debemos normalizar esto. Lo sucedido forma parte de una preocupante escalada de antisemitismo en Europa. Y frente a esa realidad, no cabe el silencio, ni la justificación, ni la complicidad pasiva. Como ciudadano y como activista de derechos humanos, exijo una investigación inmediata, la liberación de toda responsabilidad de la monitora detenida, y una disculpa pública, tanto institucional como corporativa. Se requieren además garantías claras de que no volverá a repetirse.

Este no es un caso aislado. Es un síntoma. Y los síntomas, cuando no se atienden, se agravan. Hoy fueron adolescentes judíos. Mañana puede ser cualquier otro grupo étnico minoritario. Las sociedades democráticas no pueden tolerar que el odio tenga asiento preferente, ni en los aviones ni en ninguna esfera de lo público.

Levanto la voz y me uno a quienes rechazan con firmeza toda forma de antisemitismo, discriminación y violencia basada en la identidad, en la pertenencia a grupo determinado de personas, de grupos étnicos. La defensa de los derechos humanos exige nombrar las cosas por su nombre. Y lo que vimos en ese vuelo fue odio y antisemitismo. Sin matices.

¡Nunca más! Ni en los aeropuertos, ni en las escuelas, ni en ninguna parte ▪

Elías David Cohen Cohen es activista y defensor de derechos humanos, licenciado en Relaciones Internacionales, docente e interventor comunitario y referente de la Comisión de la Verdad de Colombia para Costa Rica. Con más de 24 años de trayectoria en América Latina, ha documentado graves violaciones a los derechos humanos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario. Su trabajo se centra en la justicia transicional, la protección internacional y la visibilización de víctimas de conflictos armados.

Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad exclusiva de su autor
y no necesariamente reflejan la postura editorial de Enfoque Judío ni de sus editores.

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