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El velo que no pude ver

Hace un mes falleció una amiga muy querida, originaria de Arabia Saudí. La echo de menos. Me recuerda todos los desiertos que a veces atravesamos con entereza y en silencio. Y en este camino a veces pierdo el aliento, pensando que lamentablemente el único velo que no fui capaz de ver fue el que ocultaba su enfermedad.

Rafaela Almeida

Cuando alguien cercano fallece repentinamente, la incredulidad se instala en nosotros y permanece durante días, semanas o incluso para siempre. Pensamos en los últimos momentos compartidos e intentamos retenerlos en las manos, aunque cada vez que nos esforzamos en atraparlos, se deslizan como granos de arena en medio del desierto.

Hace un mes falleció una amiga muy querida, originaria de Arabia Saudí. Primero fue mi alumna y con el tiempo nos unió una amistad sincera, de esas que unen familias, culturas y fronteras.

Recuerdo nuestra última despedida, entre risas, con tres besos en la mejilla al estilo saudí. No me habló de su enfermedad. Tampoco lo hizo con sus hijos, ni con sus padres, ni con sus hermanos. En su nobleza y generosidad, no quería preocupar a nadie, ni que sufriéramos.

Me estuve preguntando durante semanas en qué mundo tan acelerado vivo para no haberme dado cuenta de su situación. Quizás sólo veía lo que irradiaba: una madre y esposa dedicada, una profesional brillante y una amiga leal.

Ahora, mientras leo tantas noticias de guerra y narrativas de división entre árabes y judíos, me aferro a nuestra amistad genuina. Ni su fe ni la mía fueron nunca una barrera. Hablábamos de cultura, moda, de nuestras familias, de los deberes de los niños… En fin… de esas cosas comunes que hacen que la vida sea compartida y real entre dos mujeres. Sin más, como dos contemporáneas apasionadas de Barcelona, llenas de proyectos de futuro, ilusión y ganas de vivir. 

Velo 1

Porque no nos engañemos, todos tenemos a un único enemigo en común: occidente, países árabes como (Emiratos, Arabía Saudí y Egipto), sean judíos, cristianos o musulmanes… Y este enemigo se llama Hermandad Islámica. Sobre su financiación y los países que le apoyan ya han corrido ríos de tinta, pero hasta el Rey de España no lo ha querido ver, en cambio se pasea fotografiándose con un terrorista por la ONU.. Probablemente ya estará preparando su retiro futuro en Siria…

En contraposición, el Sheikh emiratí Abdullah bin Zayed Al Nahyan, una de las figuras claves de los acuerdos de Abraham, se reunió cordialmente con Netanyahu, durante la pasada cumbre de la ONU.

Cada cultura tiene sus tradiciones. A menudo, las mujeres hemos tenido que enfrentarnos a normas que nos limitan, y algunas veces elegimos aceptarlas, otras rebelarnos. A veces los cambios son lentos, casi invisibles, hasta que una generación finalmente abre sus alas o las integra como una pluma de identidad. 

Basta caminar por Israel o por algunas ciudades europeas, dónde mujeres musulmanas y judías comparten contexto y también cooperan entre ellas. Hace poco estuve alojada en un hotel en Bruselas, con varios trabajadores musulmanes y judíos. En el metro vi a una madre musulmana con su velo y vestida como occidental repasando los deberes con su hija en el tren. Sabe que aquí, tendrá oportunidades para educarse, crecer y aportar a nuestra sociedad.

Vi a otra madre musulmana vestida con una sotana y su velo, viajando con su hija adulta sin velo y vestida como una occidental, entre muchos otros ejemplos…

El velo es uno de esos símbolos que sólo se comprende de verdad desde dentro, especialmente las mujeres del desierto. Bajo el sol abrasador, sirve para protegernos la piel, los ojos de las tormentas de arena, o incluso para pasar inadvertidas en tiempos de violencia u opresión política. Hoy, sigue siendo un gesto de fe o de identidad para algunas, ya sea en forma de velo musulmán o de peluca judía (sheitel), entre otras variaciones. Al final, ¿a quién debería importar mientras no niegue la dignidad de la mujer ni la seguridad de la comunidad?

Echo de menos a mi querida amiga. Me recuerda todos los desiertos que a veces atravesamos con entereza y en silencio. Y en este camino a veces pierdo el aliento, pensando que lamentablemente el único velo que no fui capaz de ver fue el que ocultaba su enfermedad. Su memoria siempre será de bendición ▪

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Rafaela Almeida, nacida en Brasil y nacionalizada española, es empresaria, escritora, educadora y presentadora de televisión. Es autora del libro Comunicación Internacional y Relaciones Públicas (Editorial Base, 2023), obra recomendada por la Escuela Diplomática de España. Ha alzado la voz contra el antisemitismo en charlas TEDx y en medios nacionales e internacionales. Actualmente estudia Relaciones Internacionales en la UOC.

Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad exclusiva de su autor
y no necesariamente reflejan la postura editorial de Enfoque Judío ni de sus editores.

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