En un hallazgo arqueológico de enorme relevancia, en la costa mediterránea de Israel, en la antigua ciudad de Yavne-Yam, se descubrió un ostracón (fragmento de cerámica con inscripción) datado en el siglo VII a. e. c., durante el reinado del rey Josías de Judá. Esta región había pertenecido a la pentápolis filistea, pero bajo Josías fue incorporada al Reino de Judá, tal como se relata en 2 Crónicas 34:6-7, donde se describe cómo el rey extiende sus reformas religiosas hasta las tierras del norte y de la costa.
El valor más extraordinario de este ostracón es que contiene la mención extrabíblica más antigua del Shabat como día de descanso. El texto hebreo reza:
ויקצר עבדך (…)
ויכל ואסם כימם לפני שב
ת
"Y cosechó tu siervo, almacenó y terminó unos días antes del Shabat".
Esta línea breve refleja cómo el Shabat ya estaba institucionalizado y observado en la vida cotidiana, incluso más allá del centro político y espiritual de Jerusalén. No era una abstracción teológica, sino una norma establecida de comportamiento.
El Shabat aparece por primera vez en la Torá como parte de la creación misma (Génesis 2:2-3), y más adelante como mandamiento en Éxodo 20:8-11 y Deuteronomio 5:12-15, vinculando su observancia tanto a la creación como a la redención de Egipto. El ostracón de Yavne-Yam ofrece una confirmación tangible de que estas ideas estaban activas y en práctica en el siglo VII a. e. c.
Este hallazgo nos recuerda que el Shabat no es solo una ley ritual, sino un acto de soberanía espiritual y nacional. En tiempos de crisis de identidad, guardar el Shabat es una forma de afirmarse como parte del pueblo judío a lo largo del tiempo ▪
