Ehud Olmert, ex primer ministro de Israel (2006–2009), visitó España este pasado fin de semana para participar en el Foro La Toja, en Galicia, donde permaneció apenas 24 horas. Su presencia en España coincide con uno de los peores momentos en las relaciones bilaterales, con manifestaciones masivas por todo el país contra Israel y una política exterior del presidente, Pedro Sánchez, marcada por el embargo, la ruptura de contratos de defensa y el intento de expulsar a Israel de organizaciones y competiciones internacionales. España también se ha sumado a procesos legales internacionales contra Israel.
En La Toja, Olmert, uno de los más críticos del primer ministro Biniamín Netanyahu y de la guerra en Gaza, hasta debió afrontar una manifestación frente a su hotel por haber sido primer ministro durante la Segunda Guerra del Líbano en 2006 y la Operación Plomo Fundido en Gaza en 2008, ambas preludio de lo que lleva ocurriendo en Oriente Medio desde la masacre del 7 de octubre de 2023.
La entrevista con Enfoque Judío fue realizada horas después del anuncio del presidente Donald Trump de un plan de 21 para poner fin a la guerra, y antes de que Israel y Hamás aceptaran la propuesta y comenzaran las negociaciones en El Cairo.

La imagen de Israel
—¿Llega Usted llega a España en un momento bastante complicado: muchas manifestaciones, muchas decisiones y declaraciones del Gobierno y de sus ministros contra Israel… ¿Cómo ve la situación de Israel hoy en el mundo y, en particular, en España?
He estado en España varias veces durante el último año, reuniéndome con personas de alto rango, incluido el ministro de Exteriores español, y no me sorprende. La atmósfera actual respecto al Estado de Israel se ha extendido por toda Europa: lo mismo ocurre en Grecia, Alemania, Francia, Inglaterra, Italia —estuve allí hace una semana y hubo manifestaciones de miles de personas—. No hacen distinción entre un israelí y otro. Cualquiera que aparezca como representante del Estado de Israel es objeto de protestas. Por eso no me sorprende que ocurra también en España.
—¿Pero le parece justificado todo ese linchamiento y la folclorización que se hace del tema palestino-israelí?
¿Justificado por quién? ¿Quién juzga aquí? Para un israelí quizá lo que pasa en Gaza pueda parecer justificado; para otra persona que no sea israelí, lo que está sucediendo allí le parece horrible. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar? No hay una regla que pueda medir esto con una vara y dictar una decisión correcta. Si alguien en España, Italia, Alemania, Francia o Inglaterra mira lo que pasa en Gaza —edificios derrumbados, columnas de fuego y humo elevándose por las explosiones y la destrucción, y víctimas mortales—, sencillamente protesta contra eso. ¡No les gusta!

La guerra en Gaza
—¿Cómo describe la situación en Gaza? Usted fue primer ministro durante la guerra de 2008. Ya ha pasado por este tipo de críticas…
Lo de 2008 no se parece en nada a lo que pasa ahora. Entonces, combatimos durante 20 días, quizá menos; atacamos principalmente a combatientes de Hamás y por eso la reacción internacional fue totalmente distinta. Aquí llevamos dos años de lucha; no son solo los países, ni nuestros adversarios: incluso personas muy destacadas de Israel —exjefes del Estado Mayor, exjefes del Mossad y del Shin Bet, grandes pilotos y comandantes— dicen que estamos en una guerra absurda.
Es una guerra innecesaria. Hay víctimas y muertos que no son combatientes. No existe la posibilidad de recuperar a los secuestrados mediante una operación militar de este tipo. Y cuando esas voces vienen de dentro de Israel, naturalmente sólo refuerzan la sensación de que algo muy malo está ocurriendo aquí. No se parece a nada que hayamos vivido antes.
—¿Qué cree que hay que hacer? Trump ha puesto sobre la mesa un plan de 21 puntos.
Todo esto debería haberse detenido hace más de un año. El 17 de junio de 2024 —hace mucho más de un año— publiqué una declaración junto con quien fuera ministro de Exteriores palestino, el doctor Naser al-Kidwa, en la que propusimos poner fin a la guerra en Gaza exactamente según los parámetros que Trump propone ahora. Han pasado más de 16 meses. Se podía haber terminado mucho antes; Hay que terminarla ahora, independientemente de la reacción de Hamás. Hay que traer de vuelta a todos los secuestrados y detener la guerra. Lo demás lo podremos gestionar en el futuro con la capacidad, la fuerza y las posibilidades que tengamos.
—¿No ve usted algún tipo de absurdo en la consigna de decirle a Hamás "devuélvanos a los secuestrados y luego os aniquilaremos", según los objetivos planteados por el Gobierno? ¿Para qué habría de devolverlos entonces?
Yo lo que propongo es detener la guerra ahora mismo y traer a los secuestrados. Ya hemos acabado con ellos y han muerto decenas de miles de personas. Y suponiendo que el 20% o el 30% de los muertos fueran combatientes de Hamás, eso significa que también han muerto decenas de miles que no eran combatientes: niños, ancianos, familias enteras. Gaza está, en un 70 %, completamente destruida; no queda un edificio intacto. Gaza, Rafah, Beit Hanoun y Khan Yunis… todos esos lugares están arrasados. ¿Qué queda por destruir que no hayamos destruido ya?
—Hay una convocatoria para manifestarse frente al hotel donde usted estará… organizada por la izquierda que protesta por su presencia… Siendo tan crítico con Netanyahu, ¿Cómo encaja Ud esa protesta?
Me parece natural. No distinguen entre uno y otro dentro del Estado de Israel. Para ellos soy un ex primer ministro de Israel; represento al Estado de Israel y por eso se manifiestan contra mí. Lo acepto con mucha calma; no me altera. Estuve en Italia y vi las protestas. Protestan contra el Estado de Israel y yo, para ellos, represento al Estado. Tengo que decir que no me siento orgulloso de representar al Gobierno actual de Israel. Al Estado de Israel sí lo represento con orgullo; al gobierno, no.
—Pero usted no representa al gobierno actual, representa al suyo…
Sí, pero ellos protestan contra el gobierno actual; no protestan contra el gobierno de entonces. Hay que recordar eso: las manifestaciones son contra el gobierno, contra la banda de alborotadores, provocadores y matones de Bibi —de Netanyahu— y de Smotrich.

Genocidio no hay
—¿Qué respondería si le preguntaran si hay un genocidio en Gaza? Usted sabe que en España el término ya se emplea de forma masiva como si estuviese demostrado, que no es el caso. ¿Hay genocidio en Gaza, en su opinión?
Me han preguntado eso repetidamente en las últimas semanas y en muchos lugares. No, no hay genocidio. Hay cosas intolerables que deben pararse. No hay genocidio y no existe una política deliberada de genocidio, al menos no hay una política formal del gobierno.
Dicho esto, hay que recordar —y esto es lo que provoca la indignación internacional— que cuando Ben-Gvir y Smotrich dicen que todo aquel que sea de Hamás debe ser aniquilado, que hay que privarlo de comida, expulsarlo, y después añaden que todo el que viva en Gaza es Hamás, ¿Qué entiende una persona normal de eso? Que si hay que destruir a todo Hamás y si todo el que vive en Gaza es Hamás, entonces hay que destruir a todos los que viven en Gaza. Suena a un llamado al genocidio.
No está ocurriendo literalmente, pero son declaraciones de los ministros más destacados del Gobierno. Eso provoca la reacción de la comunidad internacional y lleva a que se diga que se está cometiendo un genocidio. No se está ejecutando un genocidio, pero sí se han cometido actos gravísimos. Las declaraciones de Ben-Gvir, Smotrich, e incluso de Netanyahu y otros ministros son una vergüenza para los valores del Estado de Israel.
—Usted mismo dejó entrever hace unos meses que podrían haberse cometido crímenes de guerra… causando un revuelo en Israel.
Correcto. Dije que podría haber crímenes de guerra. Si todos los exgenerales de Israel dicen que la guerra actual es una guerra irracional, que no obedece a necesidades nacionales sino a razones políticas personales del primer ministro, ¿qué es eso?. Es una guerra en la que mueren también nuestros soldados, quizá —ojalá que no— también algunos secuestrados, y ciertamente palestinos no implicados en el terrorismo. Si es una guerra irracional, es un crimen, y eso fue lo que dije.
—Pero eso no es lo mismo que decir que las fuerzas de Tzáhal están cometiendo crímenes de guerra.
Sí, es lo mismo. Eso también es un crimen. Cuando se hacen acciones que no derivan de una necesidad nacional, de seguridad o de defensa de vidas, sino de una pulsión de venganza extrema o de visiones mesiánicas, son crímenes que encajan en la definición de crímenes de guerra. ¿Es esa la política de todo el gobierno? No. ¿Es la política del pueblo de Israel? No. ¿Es la política de una parte del gobierno? Definitivamente sí.
—En Israel existe la tradición que toda guerra debe ser investigada por una comisión estatal o pública. En el caso del 7-O no se ha constituido aún y eso también abre la puerta a investigaciones externas… ¿Quién debe investigar?
Yo creo que debió constituirse una comisión de investigación estatal en Israel hace dos años, inmediatamente tras lo sucedido. Cada día que se pospone la creación de esa comisión es un intento de ocultar, de alejar, una investigación de los hechos tal y como ocurrieron. Y al final, si se realiza una investigación existe el temor de que no arroje los hallazgos que debería.
Pero no soy partidario de investigaciones internacionales. Soy partidario de que nos hagamos el examen de conciencia en casa… y cuanto antes, mejor.

Terminar la guerra
—Netanyahu ha aceptado el plan de 21 puntos de Trump. ¿Qué debe hacer Israel si eventualmente Hamás no acepta ese plan que está siendo negociado en El Cairo? ¿Detener la guerra?
Como dije antes, desde hace más de un año y durante todo el último año, es que llegamos al máximo de lo que se podía conseguir militarmente. Todo lo que ocurre desde entonces en la acción militar no sirve ni para salvar a los secuestrados ni para lo que llaman "victoria total sobre Hamás".
Hamás ya no existe de facto como estructura militar. Hay algunas personas que difunden comunicados, hay quienes todavía tienen armas y pueden disparar ocasionalmente y causar bajas —y es triste que sea así—, pero Hamás ya no tiene la estructura que tenía antes. Está destruido: la mayoría de sus túneles están bloqueados, los cohetes fueron destruidos, los lanzadores arrasados, sus centros de control destruidos; la mayoría de sus líderes han sido eliminados —ya sea Yahya Sinwar, Ismail Haniyeh, Mohammed Deif u otros comandantes de altos, medios y bajos rangos—. ¡Hamás ya no existe!
Por eso, en mi opinión, debemos terminar la guerra, devolver a los secuestrados y punto. Luego, permitir la creación de una fuerza palestino-internacional, junto con tropas de países árabes moderados como Egipto y Jordania y quizá con Emiratos y Arabia Saudí, que tomen el control efectivo de la seguridad en la Franja de Gaza para impedir que Hamás se reorganice y que Israel pueda retirarse a la frontera internacional y dedicarse a curar las heridas internas que amenazan su existencia.
—Entonces, ¿quién devuelve a los secuestrados? Si detenemos la guerra…
Ya lo he dicho: debemos detener la guerra y Hamás debe devolver a los secuestrados. Y eso será condicional y recíproco; eso lo tengo claro. Ese pequeño grupo de personas que aún gestionan los asuntos de Hamás son los que pueden decidir si devuelven a los secuestrados o no; está en sus manos. El hecho de que posean a los secuestrados no significa que ahora tengan un poder militar de miles de combatientes con armamento, lanzadores y cohetes. No lo tienen.
—¿Y si no devuelven a los secuestrados?
No vamos a detener la guerra si no los devuelven.
—Pero podríamos estar en este círculo durante años.
No. Si ahora decidimos detener la guerra y ellos devuelven a los secuestrados —y creo que así ocurriría porque ellos mismos lo dicen y también otras partes y actores—, confío en que, si cesan los combates, podremos obtener la devolución.
—¿Algún papel para Catar en todo esto?
No puedo decir que tenga información suficiente para formarme una opinión detallada. Solo entiendo que Catar ha conseguido un logro enorme como resultado del cambio de percepción del Gobierno israelí. Nosotros nos disculpamos ante ellos y ellos han obtenido ahora un acuerdo de defensa con Estados Unidos que garantiza que ya no se les podrá atacar: cualquier ataque contra ellos sería considerado un ataque contra Estados Unidos. Esa arrogancia y esa vanidad de Netanyahu ha provocado, como otras cosas, esta situación.

La Flotilla
—Las protestas de los últimos días estaban relacionadas con la flotilla que llegó el Yom Kippur a las costas de Gaza… ¿Cree que Israel debió quizá dejarlos pasar?
Tzahal actuó con los medios que tiene. Si me preguntas si actuamos con sentido común, la respuesta es no. No actuamos con sentido común. ¿Qué nos habría costado que las lanchas llegaran a puerto? En Gaza no hay puerto ni playa donde atracar, pero podrían haberse acercado a cien metros de la costa, descargar lo que llevaban y marcharse. ¿Qué habría pasado?
—Que Hamás aprovechase la ocasión para una foto de la victoria, con fines de comunicación…
¿Qué imagen de victoria para Hamás? ¿Qué imagen y qué victoria exactamente? El 70 % de los edificios en Gaza están destruidos, decenas de miles de personas quizá siguen bajo los escombros. ¿Qué imagen de victoria (podría dar Hamás)? ¿Por qué nos generamos siempre ese pánico a nosotros mismos? Les dimos un golpe terrible, matamos, destruimos, bombardeamos todo lo que pudimos. Si hay unas cuantas lanchas, que quieren llegar a Gaza para ayudar, que vayan.
¿Que les den directamente la ayuda a los palestinos? ¿Qué hubiera pasado? ¿Qué desastre hubiera ocurrido para el Estado de Israel, para sus intereses de seguridad? Se ha fabricado un problema de forma desproporcionada y, claro, luego dicen: "¡Mira qué desastre ha ocurrido!". Había 50 embarcaciones que querían llegar… ¿y si hubieran llegado, qué habría pasado?

El futuro político en Israel
—Paso a un plano más político. Usted tuvo que abandonar el Gobierno por un proceso judicial por sospechas de corrupción, en el que después fue procesado y condenado. Netanyahu está en la misma situación judicial que cuando Ud dimitió, pero él no ha dimitido pese a ser uno de los que más se lo exigió a Ud en su momento…
A mí, nadie me forzó a irme: ¡Yo decidí irme! Es un tema interesante pero es una cuestión personal. Permítame que la responda en otra ocasión. Ahora no es el tema que marca la agenda y que me interesa. Lo trataré en otro momento.
En cualquier caso, nadie me obligó a irme: yo decidí irme porque no quería entrar en una batalla con los tribunales y con las autoridades de cumplimiento de la ley, y Netanyahu ha decidido destruir todas esas instituciones. Esa es la diferencia entre nosotros.
—Israel tiene el Gobierno más derechista de su historia, con dos políticos muy extremistas y mesiánicos… (interrumpe la pregunta)
¡No son solo dos! Es una pandilla de energúmenos y de personas con claras limitaciones psíquicas, emocionales e intelectuales, y la lista incluye a muchos más. Solo mencioné dos nombres, pero están también Chikli, Vaturi y otros; ni siquiera recuerdo todos los nombres.
—¿Ve un horizonte electoral adelantado en Israel para que sea el pueblo el que decida si quiere continuar por este camino?
Dentro de exactamente un año habrá elecciones y creo que se celebrarán antes de ese plazo. Habrá elecciones y creo que esta coalición perderá en esas elecciones.
—¿Netanyahu?
Creo que él acabará huyendo del país, pero no es un tema relevante ahora.
—¿Ve alguna figura política capaz de crear un gobierno alternativo?
Oigo que hay varias personas que se ven a sí mismas como candidatos; ahora no quiero opinar sobre quién puede, quién es apto o quién está capacitado. Lo veremos más adelante ▪